El Papa Benedicto XVI llega hoy a Cuba. Se trata de la primera visita papal a mi país en más de una década. En estos tres días Su Santidad se reunirá con los dos hermanos Castro y sus subordinados, además de traer su mensaje espiritual al pueblo cubano.
Muchos son los factores que entrarán en juego. Es una oportunidad única para que el líder de la Iglesia Católica use su prestigio e influencia en apoyo de los oprimidos y ayude al pueblo cubano a conquistar su libertad y establecer la democracia.
Mi país sigue estando manejado por un régimen brutal que oprime al pueblo y viola sistemáticamente sus libertades básicas. La dictadura es una reliquia de la Guerra Fría, pero sin una presión internacional fuerte hay pocas esperanzas de cambio.
Cuba es un Estado policial, en el cual los agentes del Gobierno acosan y espían a aquellos que defienden los derechos humanos. Los que buscan un cambio político y pacífico son golpeados, detenidos y encarcelados arbitrariamente en base a infracciones orwellianas, por ejemplo por "faltar el respeto a los símbolos patrios" o por "insultar a los símbolos de la patria".
La seguridad del Estado vigila de cerca la vida diaria de los ciudadanos, interviene la correspondencia, las llamadas telefónicas y los correos electrónicos. No hay prensa libre y el único periódico es el de la dictadura. Los periodistas independientes que tratan de desafiar la propaganda estatal son amenazados y encarcelados.
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