Hace un par de años me invitaron a una entrevista en la estación de radio Univisión de Los Angeles. El tema era inmigración, pero, como había participación de los radioescuchas, se inició una avalancha de llamadas tratando de lincharme por mi posición defendiendo el retiro del gobierno de las actividades que, de forma natural, pertenecían a la iniciativa privada. Me impresionó una dama que me acusaba de aliado del capitalismo salvaje mexicano y al responderle que en Mexico nunca había existido el capitalismo, me rebatía esgrimiendo como ejemplos, a Azcárraga, Slim, Salinas Pliego etc. Al ver su furiosa reacción cuando le notifico que eso no era capitalismo, me di cuenta de la gran confusión que existe de lo que realmente es el capitalismo y el motivo de su mala reputación. A partir de esos momentos entendí por qué la gente, entre el paraíso o el infierno, escogen el infierno.
¿Qué realmente es capitalismo?
Hay solo dos formas para organizar la vida económica. La primera es por la decisión de familias e individuos de llevarla a cabo a base de cooperación voluntaria, y este arreglo se le conoce como mercado libre. La otra, es bajo las órdenes de un dictador y se le conoce como economía comandada. En su forma mas extrema cuando el estado expropia todos los medios de producción, es llamada socialismo o comunismo. Sin embargo, puede haber una mezcla y, desafortunadamente, es la que portan hoy día la mayoría de las naciones del mundo. Pero esa química tiende a ser sumamente peligrosa. Si la mezcla es de economía libre sazonada con coerción, las secciones coercidas constantemente tienden a incrementarse hasta dominar.
Una de estas etiquetas necesita ser enfatizada y bien definida. Mercado libre no significa, y nunca ha significado, que todo mundo puede hacer lo que le de la gana. Desde tiempos inmemorables la humanidad ha operado bajo el estado de derecho, escrito o no escrito. Bajo un sistema de mercado, como en cualquier otro, a la gente no se le permite matar, molestar, robar, difamar, defraudar, agredir, o intencionalmente perjudicarse unos a otros. Porque si no fuera así, la libre elección y todas las libertades individuales serían un imposible. Pero un sistema económico debe ser libre o comandado. No hay de otra.
Desde la introducción y la expansión del marxismo, la mayoría de la gente que participa en discusiones de temas económicos, siempre lo hacen en un estado de confusión. Es común escuchar a “líderes sociales” afirmando y denunciando los sistemas económicos que, según ellos, responden “solo a las fuerzas del mercado y son gobernados por la motivación de ganancias para unos cuantos, en lugar de las necesidades de muchos”. Luego advierten que ese ese tipo de organización económica puede causar que “el suministro mundial de bienes llegue a un nivel sumamente peligroso”.