La República Popular China, comunista en lo político y capitalista salvaje en lo económico, es el típico lobo disfrazado de oveja. Habla de paz mientras se rearma en silencio y de libre competencia, mientras se apodera de los negocios de las naciones vulnerables. Y para tal efecto no vacila en sostener a gobiernos impresentables como el usurpador castrochavista de Venezuela.
Se quejan los chinos rojos de que los Estados Unidos le están dando un trato de “guerra fría”, pero ellos responden con prepotencia imperial a los que piden una investigación sobre su responsabilidad en el origen de la pandemia corona virus.
En los años cincuenta y ante la indolencia mundial, la China de Mao se tragó al Tíbet. En los que corren el propósito del dictador Jing Ping es tragarse en lo inmediato a la democracia de Hong Kong, para después seguir con la de Taiwan.
INFOBAE – Una de las mayores ambiciones del espíritu totalitario ha sido el establecimiento de un gobierno universal. Entre otros, Napoleón, Hitler y Stalin lo intentaron, afortunadamente sin éxito. Precisamente, desde la perspectiva liberal la única razón fundamental para que el globo terráqueo esté fraccionado en naciones es el evitar los fenomenales riesgos de la concentración de poder en un gobierno universal, lo cual de más está decir no justifica culturas alambradas que pretenden los trasnochados y siempre perjudiciales nacionalismos.
Como es sabido el referido fraccionamiento ha sido consecuencia de accidentes geológicos y trifulcas bélicas ya que la raza es un invento puesto que todos los humanos provenimos de África y compartimos cuatro grupos sanguíneos. Las diferencias exteriores se deben al haberse instalado en distintas geografías lo cual modifica y conforma diferentes colores en la piel y otros rasgos físicos. Es por ello que los criminales nazis tatuaban y rapaban a sus víctimas para distinguirlas de sus victimarios como única manera de diferenciarlos, y por ello finalmente adoptaron el polilogismo marxista al concluir que “el tema es mental de lógicas distintas” sin nunca explicar en qué consisten los silogismos de unos y de otros.
Tampoco las subdivisiones tratan de lenguas diferentes puesto que hay diversas naciones que recurren al mismo lenguaje y otras donde en su mismo territorio se hablan distintos idiomas. Tampoco de culturas se trata ya que en una sociedad libre por definición tiene lugar un proceso de constante donación y recibos en un entramado evolutivo donde se adoptan y se rechazan comidas, arquitecturas, músicas, lecturas y vestimentas según los gustos de cada cual. Por último, no ocurren por las religiones o no religiones allí donde se recurre al principio elemental de la civilización en cuanto a la separación tajante de ese plano con el poder político.
Hay una muy extendida bibliografía sobre las Naciones Unidas, pero para tomar el menor espacio posible en esta nota periodística me baso en dos obras principales. La primera, de V. Orval Watts, doctor en economía por la Universidad de Harvard y primero asesor económico de lo que en esa época era la cámara empresarial más grande del mundo: la Cámara de Comercio de Los Angeles y luego economista de la Foundation for Economic Education (FEE). Se titula The United Nations: Planned Tyranny. El segundo libro es de G. Edwin Griffin, el periodista radial de mayor audiencia en su época en CBS Network, obra titulada The Fearful Master. A Second Look at the United Nations.
Democrats, liberals, and Trumptrollers have been concentrating their destructive efforts on the President’s handling of the pandemic, confident (or pretending to be) that his alleged failures in this area are the key to defeating him in November. Their less noisy line of attack is to paint the protectionist economic and trade policies that defined his election campaign four years ago as theoretical errors that inevitably failed when given practical application. Thus (they argue) Trump’s meetings with President Xi, and those of his trade negotiators with their Chinese opposites, have produced nothing, or next to nothing. Certainly, Peking’s pledge of a year or so ago to buy more products from the United States, agricultural commodities in particular, are unlikely to be kept; partly as a result of China’s deepening economic crisis, and also because increasing tensions between the two superpowers disincline Xi to bolster Trump and America in any way.
The apparent standoff is encouraging an attitude of “I-told-you-so” among skeptics and the Administrations’ detractors. Earlier this week, Walter Russell Mead wrote in the Wall Street Journal that Trump’s instincts are often mutually self-defeating. “Take China policy,” he wrote. “Mr. Trump clearly believes that economic power is the key to national strength and that enhancing America’s economic vitality is necessary to maintain the country’s position in years to come. He also believes that under its current leadership China is a threat to American security and world peace. But Mr. Trump and his aides alike struggle to create a coherent policy around these ideas, in large part because the economic strategy and the China strategy, while they overlap in places, don’t mesh.”
Para mi generación, esta epidemia global es un acontecimiento nunca antes conocido, nunca experimentado. Sin embargo, cuando hablo con mis padres, parece que el mundo ya lo sabía y no sólo en los últimos siglos.
No es necesario retroceder a la peste, el cólera o la gripe española de 1918. Otras epidemias, muy parecidas al Coronavirus, golpearon al mundo en 1957 y en 1969.
En 1957, el mundo experimentó una pandemia llamada "gripe asiática". Mi padre todavía lo recuerda porque toda su familia (padre, madre, 5 hijos) estuvieron en cama, casi sin poder levantarse, durante más de 15 días. Esta "gripe asiática" causó 100,000 muertes solo en Francia y más de 2 millones de muertes en todo el mundo.
En 1969, recién llegada de Asia, la "gripe de Hong Kong" golpeó al mundo. Causó 31,000 muertes en Francia y 1 millón de muertes en todo el mundo.
Encontré un artículo en el diario Liberation que comparó en 2005 las consecuencias de la ola de calor de 2003 con las de la "gripe de Hong Kong". Esto es lo que dice el extracto de ese artículo sobre la situación en 1969:
P.Sabemos que Ud. junto a otros intelectuales de distintos países están estudiando las perspectivas de futuro para el mundo post-coronavirus. ¿Qué puede comentarnos?
R. En realidad, el grupo se constituyó para analizar el tema de la educación y su problemática futura, considerando las innovaciones que se producen en el mundo, el adelanto tecnológico, el futuro del trabajo y la dificultad que el tema encuentra en nuestro país y su demora en adaptarse a esas condiciones. Nuestra agenda para el año 2020 incluía presentaciones en las Ferias del Libro de Buenos Aires y de Miami, y especialmente un panel en Miami, con las participaciones de las Universidades de Miami, de la Florida International University, del Interamerican Institute for Democracy y del Lab Test, del MIT.
Trabajamos muy especialmente en ese panel, previsto para mayo de este año, que sería presentado bajo el título general de “Democracia, Educación y Tecnología” y que estaría integrado por diferentes mesas de trabajo. Entre ellas, se incluíría una sobre “El pulso del mundo”, y otras como “Las fronteras de la ciencia y la tecnología ya están acá”, “Del Team Lab al Tec de Monterrey: reinventando la universidad”, “Medellín, la ciudad más innovadora del mundo” y “De las ciudades inteligentes a los ciudadanos inteligentes”.
Entre los conferenciantes se encontraban, entre otros, Alejandro Piscitelli, un filósofo argentino a cargo de una cátedra sobre innovación en la Universidad de Buenos Aires y Daniel Innerarity, un filósofo español especialista en democracia y uno de sus más lúcidos críticos de la forma actual en que se desarrolla. La conferencia magistral iba a pronunciarla Nicolás Negroponte, creador junto con Rodrigo Arboleda, del proyecto “One laptop per child”.
Con la aparición de la pandemia, todo el programa debió ser postergado, pero decidimos mantener la actitividad del grupo, ampliado ahora a temas menos específicos y más institucionales, y muy conectados con los problemas que la pandemia podría ocasionar.