Confieso que hay días en que me pregunto cómo podemos vivir los cubanos en medio de tanta arbitrariedad, incertidumbre y violencia. Para los creyentes nos queda el recurso de apelar a la fe, que nos revela a Dios hecho hombre y clavado en la cruz para redimir a toda la humanidad. A su imagen y semejanza deberíamos vivir esta pasión por Cuba, que duele hasta el tuétano y se torna oscura en la medida que un puñado de hombres ejercen de Pilatos, nos conducen hasta el calvario de la vida en la miseria, la zozobra y el odio.
En los últimos días se ha incorporado a la retórica oficial una campaña contra el lanzamiento de la canción “Patria y Vida” compuesta e interpretada por varios cantautores cubanos de la Isla y de la Diáspora. El video, que no tardó en volverse viral en las redes sociales, ha sido mal acogido por el gobierno de Cuba, que ha respondido con sendos artículos en el diario oficial del Partido Comunista, Granma, tuits en las cuentas oficiales del presidente y otros funcionarios, reportajes en el noticiero nacional de la televisión y, desgraciadamente, actos de repudio de los más espeluznantes de los últimos tiempos.
Si la Revolución es invencible, y está más fuerte que nunca, ¿qué hace un país respondiendo oficialmente, por todas las vías posibles de su monopolio comunicacional, ante una canción de unos artistas independientes? Si los medios oficiales como Cubadebate, califican con los argumentos más despectivos posibles a cada uno de los cantantes del video, estamos ante un censura oficial, o es obra de un editor por cuenta propia, que toma la justicia por su cuenta? Si la canción no ataca a personas, sino que habla de “un sistema que no funciona ni para nosotros mismos”, y todo el contenido producido por el gobierno es lesivo para la reputación de los cantantes, ¿quién incurre una vez más en actitudes poco éticas?
He releído cada línea de la canción. No es de extrañar, obviamente, la reacción, porque se resumen muchas verdades, salidas incluso de la boca y el corazón de quienes un día también estuvieron cantando al sistema y sus representantes. Supongo que por eso duele doblemente. Me propongo desglosar algunas de las verdades que han sido cantadas:
“Y este sentimiento ya está añejo.
Tú me dueles tanto aunque estés lejos.”
Los cubanos somos una única Nación compuesta por la fórmula integradora de Isla más Diáspora. ¿O acaso solo cuentan los cubanos dispersos por el mundo a la hora de enviar las remesas y de visitar como turistas la tierra que les vio nacer? Es un error pensar que todo el que ha abandonado Cuba, por las causas que sean, no siente ni padece lo que sus familias, sus amigos y todo el que dejó detrás, sufre cada día. En la época en que vivimos, conectados en esta aldea global, el destierro solo puede responder a su carácter meramente geográfico, porque quien quiera puede ejercer el derecho de sentir el dolor de la tierra que le vio nacer. Ante esto, una demanda ciudadana: la participación de todos los cubanos estén dónde estén.
“Somos humanos aunque no pensemos iguales.”
La unidad en la diversidad es un concepto que aún está pendiente de asimilar en el ambiente cubano. Se dice mucho sobre la unidad, de la unidad que uniforma, que mata la creatividad, que coarta toda iniciativa privada porque empodera a la persona humana. En la Constitución de la República de Cuba de 2019 se dice respetar la libertad de expresión; en la práctica se critica, persigue y hasta se sanciona, al que ejerce su derecho a las libertades civiles, políticas, económicas y culturales. Ante esto, una demanda ciudadana: la libertad de pensamiento.
Dice la canción:
“No nos tratemos ni dañemos como animales.”
Desgraciadamente proliferan los actos de repudio, orientados y dirigidos por quienes tienen la responsabilidad de salvaguardar la integridad de toda persona humana. La cultura del “ojo por ojo” es alabada, y los discursos de odio son publicados y ensalzados por los principales medios de comunicación del país. El alma y el cuerpo de la nación cubana se ven lesionados con este tipo de actos que responden más a un comportamiento primario que a una actitud civilizada digna de ciudadanos del siglo XXI. Ante esto, una demanda ciudadana: la no violencia y el fin del abuso de poder.
Dice la canción:
“Mientras en casa en las cazuelas ya no tienen jama
¿Qué celebramos si la gente anda deprisa?
Cambiando al Che Guevara y a Martí por la divisa
Todo ha cambiado, ya no es lo mismo.”
La pandemia del Coronavirus se ha convertido en un proceso de crisis sobre la crisis estructural que ha sufrido el sistema cubano durante varias décadas. En medio de esta terrible situación ha sido aplicada la famosa medida llamada “ordenamiento monetario”, que al estilo neoliberal coloca en desventaja a la mayoría del pueblo cubano porque casi todo pasa a ser vendido en monedas libremente convertibles, y los salarios siguen siendo en moneda nacional. Ante esto, una demanda ciudadana: los salarios justos que dignifiquen la vida y la eliminación de una moneda extranjera como la principal del país.
Dice también la canción:
“Somos artistas, somos sensibilidad.
La historia verdadera, no la mal contada
Somos la dignidad de un pueblo entero pisoteada
A punta de pistola y de palabras que aún son nada.”
La historia de los pueblos es contada por todos sus ciudadanos, no por una parte de ellos. Quienes deciden reescribirla son los llamados populistas, que excluyen y enfrentan a la sociedad en bandos. El arte y la política van de la mano. El arte es también un modo de cuestionamiento social, y no solo generador de un discurso complaciente con las autoridades dentro de las categorías de “permitido” y “aprobado”. El sector artístico siempre ha resultado ser un motor que estimula y gana seguidores con facilidad. Quienes interpretan la canción son diversos, pero los une el mismo latido por Cuba, que sí es de todos, de todos los cubanos. Verdad que fue negada recientemente por otro músico cubano, y que el diario Granma hizo suya refritando aquel texto contaminado con odio y división desde el título. Ante esto, una demanda ciudadana: el respeto a la dignidad plena del hombre.
“No más mentiras, mi pueblo pide libertad, no más doctrinas
Ya no gritemos ‘Patria y Muerte’ sino ‘Patria y Vida’.”
En la semántica de los sistemas totalitarios la identidad discursiva está basada en las consignas, repetidas, antiguas y poco creativas. Así frases hechas como “Hasta la victoria siempre” (y aún seguimos arrastrando los mismos errores del pasado), “El porvenir pertenece por entero al socialismo” (y ni siquiera el llamado “socialismo del siglo XXI ha dado resultados”) o “Revolución es unidad” (y esta es rota descalificando y enfrentando a cubanos) se quedan en el arsenal político ideológico del gobierno, pero carecen de sentido práctico y, sobre todo, de verdad. Sin embargo, “Patria o Muerte” digamos que ha sido considerada siempre la consigna oficial. Entonces se les ocurre a unos artistas enarbolar el regalo más preciado de Dios a los hombres, que es la vida, y esto es mal visto por los censores del arte y de todo el disenso en Cuba. Esta es una de las frases más repetidas de la canción, si no la que más. ¿Por qué? Porque el cubano está cansado de la muerte que es sinónimo de la inercia, del inmovilismo, de la noche oscura, de la guerra y la violencia, de la fuerza y el odio, de la herida y la sangre. Fusionar Patria y Vida es cargar de sentido positivo las dos esencias por las que se puede luchar incansablemente. Vivir para la Patria, para entregar lo mejor de cada uno por su futuro.
El más universal de los cubanos, que ha sido interpretado con múltiples sesgos a lo largo de la historia de Cuba, y que a raíz de la canción el gobierno ha puesto énfasis en que ha sido irrespetado al aparecer su imagen en el video en la forma en que lo hace, dijo:
“Patria es humanidad, es aquella porción de la humanidad que vemos más de cerca, y en que nos tocó nacer; – y ni se ha de permitir que con el engaño del santo nombre se defienda a monarquías inútiles, religiones ventrudas o políticas descaradas y hambronas, ni porque a estos pecados se dé a menudo el nombre de patria, ha de negarse el hombre a cumplir su deber de humanidad, en la porción de ella que tiene más cerca. Esto es luz, y del sol no se sale. Patria es eso. – Quien lo olvida, vive flojo, y muere mal…”
El deber, por tanto, es el de la vida, que seguiré defendiendo, en lo personal, como cristiano y como cubano.
“Patria y Vida”, a decir de muchos, ha venido a convertirse en un himno de todos los cubanos que expresa los principales problemas sistémicos que sufre el país en la actualidad. Algunos hemos querido agregar un tercer componente que viene a dar sentido a la vida por la Patria, y es la libertad: Patria, Vida y Libertad.
Si la canción ha llegado a reflejar nuestro sentir como cubanos, nuestro mayor deber sería el de incorporarla a la banda sonora de nuestras vidas, pero no en la actitud pasiva de la escucha, sino en el ejercicio ciudadano de presentar y defender las demandas que ella recoge. Y si ello no fuera posible, bajo el sagrado llamamiento de la libertad, hagamos caso de uno de nuestros más grandes patriotas y ejerzamos nuestro derecho a la libre expresión, porque “Quien esconde por miedo su opinión, y como un crimen la oculta en el fondo del pecho, y con su ocultación favorece a los tiranos, es tan cobarde como el que en lo recio del combate vuelve grupas y abandona la lanza al enemigo.”
Gracias Martí, por enseñarnos que Patria y Libertad son dos de los más grandes significados de la Vida.