La libertad en las democracias modernas

 “El verdadero fin del Estado es la libertad”.
Baruch Spinoza

“¡Que esta nación renazca a la libertad, gracias a Dios!
Que el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo,
no llegue a desaparecer de esta tierra.
La democracia es el gobierno del pueblo,
por el pueblo y para el pueblo”
.
Abraham Lincoln

Baruch Spinoza, hijo de una familia judía sefardita española, nació en Ámsterdam Holanda en 1632, el mismo año en que nacía Juan Locke, a quien se considera el iniciador del liberalismo político.

Spinoza sostuvo que el fin del estado es la libertad. Su gran preocupación fue ¿cómo mantener la libertad del ser humano cuando éste entraba a formar parte del Estado? Afirma que la democracia o gobierno de la mayoría es la forma de gobierno más propia a la libertad. Según escribió, en el estado natural los individuos disfrutan del derecho natural y luego suscriben un pacto común por medio del cual transfieren su derecho natural a favor de la mayoría de la sociedad.

Fue un gran promotor de la libertad de pensamiento y de la tolerancia religiosa. Se le considera un precursor de la república democrática y libre.

Conforme al tono de su época Juan Locke empieza su “Segundo Ensayo sobre el gobierno civil” refiriéndose a un estado de naturaleza en el que los individuos gozan de la libertad natural. Luego los individuos salen del estado de naturaleza por medio de un pacto social con el que fundan la sociedad civil sometiéndose a la voluntad de la mayoría. Pierden la libertad natural para ganar la libertad civil que consiste en el sometimiento a la ley.

El filósofo inglés, define la libertad civil del siguiente modo: “La libertad del hombre sometido a un poder civil consiste en disponer de una regla fija para acomodar a ella su vida, que esa regla sea común a cuantos forman parte de esa sociedad y que haya sido dictada por el poder legislativo que en ella rige.”

En la sociedad civil manda la mayoría, pero lo hace por medio de la ley. La minoría, sin embargo, conserva sus derechos y eventualmente puede convertirse en mayoría. El pueblo no puede ejercer la soberanía directamente y por ello, elije representantes en el poder legislativo y en el ejecutivo.

Locke fue un adversario de los despotismos y particularmente de las monarquías absolutas que ejercían el poder fuera de la ley y en las que el monarca centralizaba el poder en su persona, hacía las leyes y las ejecutaba. Propone una sociedad civil gobernada por la mayoría bajo el imperio de la ley y con cuatro poderes: el Legislativo, el Ejecutivo, el Judicial y el Federativo, encargado de las Relaciones Internacionales. Dichos poderes, entonces, debían respetar la vida, la libertad y la propiedad de los ciudadanos. 

El eje de su discurso es la libertad: garantizar y proteger la libertad del ciudadano por medio de la ley elaborada y aprobada en el Parlamento y la división de los poderes. Pero no promueve una libertad absoluta: “Tampoco libertad consiste-como se ha dicho-en que cada uno haga lo que le plazca”. Como escribió Juan Locke: “Por eso afirmo, cualesquiera que sean los errores que se cometan sobre este punto, que la finalidad de la ley no es suprimir o restringir la libertad, sino lo contrario: protegerla y ampliarla”.

Y sostiene que “la libertad consiste en disponer y ordenar al antojo de uno su persona, sus acciones, su patrimonio y cuanto le pertenece, dentro de los límites de las leyes bajo las que el individuo está y, por lo tanto, no en permanecer sujeto a la voluntad arbitraria de otro, sino libre para seguir la propia”. En contraposición a la libertad se encuentra la “tiranía, que consiste en el ejercicio del poder fuera del Derecho, cosa que nadie debe hacer”.

El pensamiento de Locke influyó en su país, en Europa y en la Declaración de Independencia de los Estados Unidos. En Europa le dio legitimidad a la causa de las monarquías constitucionales y parlamentarias que entonces eran toda una revolución política y terminaron desplazando a las monarquías absolutas y en América su doctrina de la libertad sentó las bases de las modernas democracias representativas.

Juan Locke fue, sin duda, el fundador o Padre del liberalismo político.

Los Niveladores (Levellers) fueron el primer movimiento social y político que se basó en los conceptos de soberanía popular, gobierno representativo y una constitución que enumeraba derechos para los ciudadanos tales como: libertad de conciencia y debate, igualdad ante la ley, derecho al voto, derecho a la representación legal, libertad de comercio y derecho a la revolución ante una tiranía. Por lo tanto, destacaron en Inglaterra, desde 1645 a 1649, no sólo como los primeros demócratas modernos sino también como los primeros en promover un estado liberal.

Thomas Jefferson, el tercer presidente de los Estados Unidos y el autor principal de la Declaración de Independencia de su país, estuvo profundamente influido por Locke. Fue sobre todo un gran defensor de la libertad, la democracia y la tolerancia. En 1810 afirmó que: “La libertad y la felicidad… son los únicos objetivos de un gobierno legítimo”. En otra oportunidad dijo que “El Dios que nos dio la vida, nos dio la libertad”.

En el año en que fue elegido presidente de los Estados Unidos escribió a un amigo su más famosa sentencia: “He jurado frente al altar de Dios, eterna hostilidad contra cualquier forma de tiranía sobre la mente del hombre”.

La Declaración de Independencia de los Estados Unidos aprobada el 4 de julio de 1776 contiene una afirmación del derecho natural y principios de igualdad y libertad: “Sostenemos como verdades evidentes que todos los hombres nacen iguales, que a todos les confiere su Creador ciertos derechos inalienables, entre los cuales están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad; que para garantizar estos derechos los hombres instituyen gobiernos que derivan sus justos poderes del consentimiento de los gobernados; que siempre que una forma de gobierno tienda a destruir esos fines, el pueblo tiene derecho a reformarla o abolirla, a instituir un nuevo gobierno que se funde en dichos principios, y a organizar sus poderes en la forma que a su juicio garantice mejor su seguridad y felicidad”.

En la Constitución de los Estados Unidos firmada en 1787 es central el tema de la libertad: “Nosotros, el pueblo de los Estados Unidos, con miras a formar una unión más perfecta, instaurar la justicia, asegurar la tranquilidad interna, proveer para la defensa común, promover el bienestar general y garantizar las bendiciones de la libertad, para nosotros mismos y para nuestros descendientes, ordenamos y establecemos esta Constitución para los Estados Unidos de América”.

En la Declaración de Derechos de los Estados Unidos aprobada el 15 de diciembre de 1791 se dice en resumen sobre la libertad lo siguiente:

  • El Congreso no hará leyes tocantes a instituciones religiosas o que prohíban su libre ejercicio; o que disminuyan la libertad de palabra o de prensa, o el derecho del pueblo de reunirse pacíficamente y de peticionar al gobierno para que remedie injusticias.
  • No se privará a nadie de su vida, libertad o propiedad sin debido proceso legal; con lo que se afirman los derechos a la vida, a la libertad y a la propiedad, aunque dejando abierto un portillo para la aplicación de la pena de muerte.
  • Tampoco se tomará propiedad privada para su uso público sin justa compensación, con lo que se abre la posibilidad de expropiación.

En la Declaración Francesa de los Derechos del Hombre y el Ciudadano aprobada por la Asamblea Constituyente el 27 de agosto de 1789 se dice sobre la libertad, en resumen, lo siguiente:

  • Los hombres nacen libres e iguales en derechos. Hoy se diría los seres humanos nacen libres e iguales en derechos para evitar una lectura que excluya a las mujeres.
  • El objeto de toda sociedad política es la conservación de los derechos naturales e imprescriptibles del hombre. Esos derechos son la libertad, la propiedad, la seguridad y la resistencia a la opresión.
  • La libertad política consiste en poder hacer todo aquello que no daña a otro; por tanto, el ejercicio de los derechos naturales del hombre no tiene otros límites que aquellos que aseguran a los demás miembros de la sociedad el goce de los mismos derechos. Estos límites sólo pueden ser determinados por la ley (…)
  • La libre comunicación de las opiniones y de los pareceres es un derecho de los más preciosos del hombre; todo ciudadano puede, por tanto, hablar, escribir y publicar libremente, salvo la responsabilidad por el abuso de esta libertad en los casos determinados por la ley.
  • Todos los ciudadanos tienen el derecho de libre voz, por sí mismos o mediante sus representantes (…)
  • Finalmente, un concepto de libertad fundada en un sistema de leyes, división de poderes, respeto al derecho natural y especialmente al derecho de propiedad.

En la Declaración Universal de Derechos Humanos, proclamada por las Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948 se dice sobre la libertad, en resumen, lo siguiente:

  • Todos los seres humanos nacen libre e iguales en dignidad y derechos.
  • Toda persona tiene los derechos y libertades proclamados en esta Declaración.
  • Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona.
  • Nadie estará sometido ni a esclavitud ni a servidumbre.
  • Todos son iguales ante la Ley.
  • Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión, de circulación, de opinión, de expresión, de voto, de reunión y de asociación pacífica.
  • Toda persona tiene derecho a participar en el gobierno de su país, directamente o por medio de representantes libremente escogidos.
  • La voluntad del pueblo es la base de la autoridad del poder público; esta voluntad se expresará mediante elecciones auténticas que habrán de celebrarse periódicamente, por sufragio universal e igual y por voto secreto u otro procedimiento equivalente que garantice la libertad el voto.
  • En el ejercicio de sus derechos y en el disfrute de su libertad, toda persona estará solamente sujeta a las limitaciones establecidas por la Ley con el único fin de asegurar el reconocimiento y el respeto de los derechos y libertades de los demás, y de satisfacer las justas exigencias de la moral, del orden público y del bienestar general en una sociedad democrática.

Por otro lado, Adam Smith, es el primero en ocuparse de la libertad en el ámbito de la economía. Se le considera el fundador del liberalismo económico. Es un pensador del siglo XVIII que asume la existencia de un estado liberal de derecho con sus instituciones, división de poderes y garantías individuales. Pero se ocupa sobre todo de temas morales y económicos y no de la política. Es el primero en ocuparse de la relación entre libertad y prosperidad en la economía.

En su libro más famoso “La Riqueza de las Naciones” se muestra sorprendido ante la realidad de ciertas sociedades que viven la Revolución Industrial y que por primera vez en la historia de la humanidad se caracterizan por el crecimiento económico, el veloz aumento de la riqueza y la prosperidad. El entonces, se pregunta por qué en el mundo algunas naciones se están enriqueciendo y después de sus investigaciones personales concluye que la respuesta es que algunas naciones se han enriquecido porque su economía se caracteriza por una mezcla de seguridad jurídica, libre comercio y libre competencia. Finalmente, concluye que las economías más ricas son las más libres.

Valga rescatar que Carlos Marx también estudió la Revolución Industrial y notó los fenómenos del crecimiento económico y el aumento de la riqueza, pero los consideró como algo negativo para la sociedad y especialmente para los trabajadores. Para Marx, el crecimiento económico y el aumento de la riqueza es un problema, porque se basa en la explotación del hombre por el hombre y polariza a la sociedad en ricos y pobres -o en su lenguaje- en burgueses y proletarios. Como solución a ese problema, Marx promueve la revolución proletaria para derrocar a los capitalistas y construir un estado socialista proletario de transición al comunismo o sociedad sin clases.

Smith en cambio, ve la Revolución Industrial como algo fundamentalmente positivo y considera que el crecimiento económico, la prosperidad y el aumento de la riqueza constituyen más que un problema una oportunidad. Busca el ángulo novedoso y progresista, investiga sus causas y concluye que las naciones más ricas son las que promueven el libre comercio y la economía de competencia. Sin embargo, no se trata de que Smith haya sido un doctrinario que promovía la libertad en la economía, más bien en sus estudios descubre que las economías más prósperas y ricas son las más caracterizadas por la libertad económica.

Smith afirma que, si queremos promover el crecimiento económico, aumentar la riqueza y favorecer la prosperidad, entonces debemos fortalecer el comercio, particularmente el comercio libre. Y como dijo el pensador argentino Mariano Grondona, ésta es la clave económica de su obra: “Cuanto más amplio sea el circuito comercial, habrá más especialización y más progreso. Si cada uno se dedica a una tarea especial, cada uno se va a desarrollar en lo que hace mejor”. Esta es la teoría de las ventajas comparativas, cada país se debe especializar en lo que hace mejor y venderlo a los demás países como un medio de importar los productos en los que no es competitivo.

Como dice Grondona, en Smith emerge el tema de la competencia entendida en el fondo como cooperación: “Porque alguien, al competir con otro, le hace el enorme servicio de obligarlo al esfuerzo, a la búsqueda de sus propios límites. Lo lleva a su propia superación, con lo cual le presta un servicio. En una sociedad competitiva, todos nos estimulamos recíprocamente. Si no existiera mi competidor yo no estaría forzado a rendir mi máximo, a desarrollarme plenamente como persona”.

Finalmente, vale decir que, siguiendo a Adam Smith, si queremos reducir la pobreza, no queda más camino que aumentar la riqueza y para lograrlo será indispensable crear una economía de libre comercio y de libre competencia. Por eso uno de sus seguidores en la Argentina Juan Bautista Alberdi escribió: “¿Cuáles son las naciones ricas?, Las naciones libres. ¿Y cuáles las libres?, Las ricas”.

Con sus libros, Smith descubrió que la libertad era la clave del progreso y con ello, se convirtió en el fundador o Padre del liberalismo económico.

En la misma línea de ideas Richard Cobden (1804-1865) fue un publicista inglés que promovió la libertad de comercio vinculándola con la lucha por la paz. Así escribió sobre el tema: “…veo en el principio del libre comercio, el principio que actuará en el mundo moral… uniendo a los hombres, apartando los antagonismos de raza, credo y lenguaje, y uniéndonos con los lazos de la paz eterna…” 

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