Recordad que el secreto de la felicidad reside en la libertad, y el secreto de la libertad, en el coraje.
Tucídides
En un Estado verdaderamente libre, el pensamiento y la palabra para expresarlo deben ser libres.
Suetonio
¿Cuándo surgió el primer pensamiento sobre la libertad? No lo sabemos con certeza. ¿Quién pronunció por primera vez en la historia la palabra libertad? Tampoco lo sabemos. Ama-gi es el más antiguo grafismo conocido de la palabra libertad y proviene de una tablilla de yeso escrita en el año 2300 A.C. en la ciudad- Estado de Lagash (Sumeria).
En el Egipto de los faraones hubo mucha sabiduría, pero sus escritores no se referían al tema de la libertad. Ptahhotep, por ejemplo, fue primer ministro del Faraón y escribió sus Máximas, que han sido calificadas como el libro más antiguo del mundo. En ellas se refiere al poder, al arte de gobernar, pero no a la libertad.
En la China Antigua de los Emperadores y las dinastías hubo grandes sabios y moralistas, pero no se ocupaban de escribir sobre la libertad con la excepción de Lao-Tse, el autor del Tao Te King, quien nació en el año 571 a. de C. y puede ser considerado el primer autor de la historia humana con ideas y actitudes favorables a la libertad. Según Lao-Tse, lo suave termina venciendo a lo duro, el gobernante no debe subyugar el mundo con las armas y más bien debe guiar sin constreñir facilitando la evolución natural de todos los seres sin osar intervenir sobre ellos. Promueve un tipo de gobierno suave que es el opuesto a las dictaduras.
Asimismo, criticó el reglamentismo o exceso de leyes: «Cuanto más interdictos y prohibiciones hay, más el pueblo se empobrece». Y la emprendió contra el exceso de impuestos: «El pueblo está hambriento porque sus dirigentes le abruman de impuestos». En general aconseja a los gobernantes ser moderados, balanceados y no-violentos: «Se rige un gran estado de la misma forma como se fríe el pescadito».
En la India Antigua prevalecieron los gobiernos de reyes (rajás) encargados de mantener un sistema social de castas aconsejados por los brahmanes o sacerdotes y no hubo escritores tratando el tema de la libertad, por lo menos en el ámbito de la vida social y política. En Nepal, cerca de la frontera con la India, el Sakyamuni Buda parece ser la excepción de aquellas épocas y culturas, pues, aunque fue un Príncipe entrenado para ser Rey terminó abandonando los placeres y lujos del palacio para escoger un camino de libertad espiritual que incluyó críticas a la religión oficial y jerarquizada de los brahmanes y al sistema de castas y la promoción de valores de tolerancia, moderación y paz como esenciales de un buen gobierno.
Hay que esperar hasta la Grecia Clásica para encontrar los primeros destellos de la libertad política. Aun Esparta, que es considerada un paradigma del absolutismo, tuvo en su momento una Asamblea Popular como rasgo precursor de la democracia. Pero fue Atenas la primera democracia, el primer sistema en el que con todas las limitaciones conocidas (excluyó a los esclavos y a las mujeres) brillaron ideas e instituciones que favorecieron la libertad de una comunidad de ciudadanos libres. La Ecclesia o Asamblea General, integrada por todos los ciudadanos u hombres libres y el Consejo de los 500, antecedente de los parlamentos, fueron la cuna de la libertad política.
Las reflexiones sobre la democracia empiezan en la obra Historias, de Heródoto (libro III, páginas 80-82), con la discusión entre los tres príncipes persas sobre la mejor forma de gobierno. Allí Otanes argumenta a favor de la democracia con las siguientes palabras:
«Considero que ninguno de nosotros debe ser hecho monarca; ciertamente no es agradable ni bueno, pues visteis la insolencia de Cambises hasta donde llegó y también participasteis de la insolencia del mago, ¿Cómo puede mantenerse dentro de sus cabales un monarca al que se le permite hacer lo que quiera sin rendir cuentas a nadie? Con un poder así hasta el mejor se saldría de sus casillas. Desde el principio el orgullo y el odio brotan con él. Con estas dos cosas juntas también nace la maldad. Agobiado por el orgullo realiza cosas presuntuosas; otras las hace por odio. Ese odio lo experimenta contra los mejores ciudadanos, en cambio se complace con los peores aceptando sus calumnias. Y lo más absurdo de todo: si lo adulas mesuradamente está apesadumbrado porque no es bien honrado, y si alguno lo honra en demasía está molesto porque lo adulan. Trastorna las costumbres patrias, viola mujeres y mata a los no juzgados.
De otra parte, el gobierno popular tiene el más bello de los nombres: Isonomía (igualdad de derechos políticos); en segundo lugar, no hace las cosas que un monarca efectúa dado que los cargos públicos se asignan por sorteo; los magistrados están obligados a rendir cuentas del ejercicio del poder; toda decisión es sometida al voto popular. En consecuencia, propongo que rechacemos la monarquía para dar el poder al pueblo pues en lo mucho todo es posible.»
En resumen, Otanes critica a la monarquía y propone la democracia que se basa en el principio de la igualdad de derechos políticos y a la cual denomina isonomía. En la monarquía, el gobernante es absoluto, no tiene límites en el ejercicio del poder y hace lo que se le antoja causando daños e injusticias a los ciudadanos. En la democracia el poder viene del pueblo y no es absoluto pues está sometido a un sistema de rendición de cuentas y los cargos pueden ser ocupados por cualquier ciudadano pues se asignan por sorteo.
La isonomía o democracia de Otanes, es entonces un gobierno limitado, en el cual los ciudadanos tienen iguales derechos políticos, incluido el derecho a la libertad y de participar en la vida pública y eventualmente ejercer el poder. En contraposición a la monarquía de la época que es absoluta, la isonomía viene a representar una forma de gobierno limitado que abre un espacio para la igualdad y las libertades de los ciudadanos.
En la monarquía el poder se concentra y da lugar a la insolencia, el orgullo, el odio y la maldad. En la democracia el poder se limita, se distribuye y se controla. Luego se puede afirmar que la democracia es más conveniente para los que anhelan un sistema de libertad.
En el mismo texto de Heródoto, resulta que Megabyso coincidió con Otanes en evitar la monarquía, pero no considera conveniente el sistema democrático. Es el primer crítico de la soberanía popular con los siguientes razonamientos que luego se han repetido por otros a través de la historia:
Conferir el poder al pueblo se ha apartado de la mejor opinión, pues nada hay más obtuso y prepotente que una multitud inepta. Y ciertamente, de ninguna manera es aceptable que unos hombres, huyendo de la insolencia de un tirano, caigan en la insolencia de un irresponsable populacho. Pues si aquel hace algo lo hace dándose cuenta; pero a éste ni siquiera le es posible darse cuenta. Pues, ¿cómo podría darse cuenta quien no ha sido instruido, ni ha visto ningún bien, y se precipita, lanzándose sin inteligencia sobre los acontecimientos, semejante a un tormentoso río? Así pues, válganse de la democracia aquéllos que piensan hacer daño a los persas, pero nosotros habiendo elegido a un grupo de los mejores hombres, invistamos a estos con el poder, ya que en ellos estaremos nosotros mismos y es natural que de los mejores hombres sean las mejores decisiones.
En resumen, coincide con Otanes en rechazar la monarquía, pero no acepta la democracia porque la considera el poder del pueblo y de la multitud que es también insolente e inepta porque no ha recibido instrucción para gobernar. En vez de la monarquía o la democracia, que a su juicio es peor que la monarquía propone el gobierno aristocrático entendido como gobierno de los mejores.
Solón fue un precursor de la democracia ateniense. Promulgó una ley de emancipación de los siervos que produjo una élite de ciudadanos. Sus reformas fueron semillas que establecieron condiciones sociales para el surgimiento de la libertad y la democracia. Su lema era: Nada en demasía; y promovió la igualdad ante la ley y las libertades de opinión, de culto y de organización.
Clístenes fue el padre de la democracia hacia el año 508 a. de C. aunque no existe registro de sus ideas políticas. Dividió el Ática en diez tribus basadas en la residencia y no en el nacimiento, las cuales enviaban representantes a un Consejo de los 500 donde todos tenían isegoría, o sea igualdad de palabra.
Se trató de una experiencia de gobierno representativo, de un parlamento en el que todos sus miembros tenían los mismos derechos para expresarse libremente, para legislar y para tomar decisiones políticas.
Heródoto, Padre de la Historia, manifestó su amor por la libertad estableciendo un contraste entre la servidumbre persa y la libertad helénica. Sobre la libertad en Atenas escribió:
«Mientras los atenienses estuvieron sometidos a un tirano no se mostraron en nada superiores a sus vecinos. Apenas fueron liberados del yugo, superaron a todos.»
Si bien no existió un libro de pensamiento democrático en la Antigüedad Clásica, a Pericles le corresponde el mérito de haber pronunciado el primer manifiesto de la historia a favor de la libertad y la democracia. Efectivamente en su Oración Fúnebre registrada por Tucídides en la Historia de la Guerra del Peloponeso elogia a la democracia ateniense como un régimen de libertad en el que «cada uno de nuestros ciudadanos es capaz de mostrarse como recto señor y dueño de su propia persona…», aunque dentro del marco de la ley. Los valores de dicho régimen son la libertad, la igualdad, la tolerancia y la fraternidad. Aunque excluía a las mujeres, a los esclavos y a los metecos, el gobierno nacía de la mayoría de los ciudadanos libres. Pero la libertad no era absoluta sino limitada por la libertad de los demás, por la autoridad y por la ley:
«Somos libres y tolerantes en nuestras vidas privadas, pero en los asuntos públicos guardamos la ley.»
Así era Atenas según Pericles, el primer régimen democrático liberal.
Entre los filósofos presocráticos, Heráclito es digno de mención porque fue un defensor de la ley frente al despotismo y de los derechos del individuo frente al estado. Como filósofo escéptico de la política y de los políticos, y por tanto en conflicto con los gobiernos le dio un valor muy elevado a las libertades de pensamiento y opinión.
Otro filósofo, Empédocles, luchó por la democracia frente a la tiranía y la oligarquía. Mientras que los Pitagóricos promovieron el gobierno de la ley y por consentimiento.
El gran Platón, discípulo de Sócrates, nacido en la aristocracia ateniense pero espartano de corazón fue crítico de la libertad y la democracia. Define a la democracia ateniense de su tiempo como el gobierno de las mayorías en el que prevalece la búsqueda de la libertad. Dice que en verdad:
«Es el reino de los demagogos que actúan de acuerdo a los apetitos de la masa. Es el gobierno de la multitud, la libertad absoluta, un régimen sin ley, no hay autoridad reconocida, la vida social está desorganizada, cada uno actúa a su antojo, se cree bueno para cualquier cosa y hace lo que quiere…»
Platón no le perdona a la democracia ateniense que mató a Sócrates, su Maestro y dice que se trata de una «Teatrocracia» en la que se persigue a los especialistas, a los que saben.
Según Platón de la democracia nace la tiranía o gobierno del tirano, es decir que «de la extrema libertad nace la más ruda esclavitud». Releyendo al fundador de la Academia, no se puede dejar de mencionar que, de ciertas formas de la democracia como la República de Weimar, la República española de la década del treinta del siglo pasado y la democracia chilena durante el gobierno de Salvador Allende, nacieron las tiranías de Adolfo Hitler, Francisco Franco y Augusto Pinochet. En fin, que parafraseando a Platón podríamos decir que, si el régimen de la libertad y la democracia se degenera convirtiéndose en el reino de los demagogos, la libertad absoluta y la vida social desorganizada… entonces puede dar lugar al nacimiento de la tiranía.
Según Karl Popper, Platón fue el primer enemigo de la sociedad abierta. Frente a la democracia, en su juventud promovió una aristocracia o sofocracia, entendida como gobierno de los sabios, de los que saben el arte y la ciencia de la política y en su vejez aceptó una aristo-democracia, como punto medio entre su ideal de juventud y lo posible en la práctica, pero murió sin adherirse a la democracia y la libertad. Sin embargo, conviene aclarar que el personaje imaginario conocido como Megabyso en las Historias de Heródoto fue el primero en criticar a la democracia y el primero en proponer la aristocracia o sofocracia, es decir el gobierno de los mejores.
En cambio, el mejor discípulo de Platón, sin ninguna duda Aristóteles, distinguió entre la autoridad sin leyes propia del estado despótico y en la que falta la libertad y la igualdad y la autoridad en base a leyes en la que tanto los gobernantes como los gobernados son hombres libres, es decir en la que prevalece la libertad.
En lugar del gobierno de los mejores o sabios prefiere el gobierno de la ley porque «tiene una calidad impersonal que ningún gobernante por bueno que sea puede alcanzar». Lo mejores gobiernos son entonces los del imperio de la ley entre los que incluye conforme a sus observaciones de aquella época a la monarquía, la aristocracia y la politeia o democracia moderada.
Matizando las ideas de su Maestro, distingue entre una democracia moderada o politeia que define como un gobierno de los muchos, sujeto a la ley, en el que se promueve el bien común y prevalece la mesura; y una democracia extremada o demagogia en la que mandan los demagogos en nombre de la multitud, sin sujetarse a la ley y buscando su interés egoísta. La primera es un gobierno de leyes, de libertad y democracia mientras que la segunda clasifica ya entre los regímenes despóticos.
Aristóteles, fundador de la Ciencia Política, fue uno de los primeros pensadores libres: «La verdadera felicidad estriba en el ejercicio libre de la mente». Fue, asimismo, el pionero en constatar la presencia de la división de poderes en los estados o gobiernos de leyes de su época. Es el primero en escribir sobre un poder público dividido en las funciones de una Asamblea General encargada de hacer las leyes, suscribir los tratados, declarar la guerra y deliberar sobre los grandes asuntos públicos; el Cuerpo de Magistrados, ministros y funcionarios encargados de la función ejecutiva y el Cuerpo Judicial que dirime los conflictos en nombre de la ley. Sus ideas sobre un gobierno de la ley y dividido en tres poderes como base de la libertad son precursoras de las teorías del pensador inglés John Locke, el fundador del Liberalismo Político.
Con frecuencia se olvida que el derecho natural y las declaraciones de derechos humanos constituyen la base moral de doctrinas modernas como el liberalismo, la socialdemocracia y el socialcristianismo. Si bien Platón fue el primero en referirse a un derecho natural, fueron los estoicos quienes le dieron desarrollo al tema convirtiéndose en los grandes precursores de los textos que promueven los derechos humanos y las libertades