¿Dónde están los seguros que cubren los desperfectos ocasionados por los desastres climáticos en Cuba? El régimen castrista ha decidido actuar como asegurador a tiempo parcial de los cubanos. Posiblemente, ante el temor a un estallido social como consecuencia del grave deterioro en el parque de vivienda tras el paso del ciclón Irma, han lanzado una iniciativa, publicada hoy en el diario oficial de los comunistas, titulada “Información a la población”. Veamos en qué consiste y cuáles son sus consecuencias.
En la referida nota, el régimen comunista se atribuye una función de asegurador al destacar que, y cito textualmente, “tomando en consideración las severas afectaciones causadas por el huracán Irma, el Gobierno decidió que el Presupuesto del Estado financie el 50% del precio de los materiales de la construcción que se venderán a las personas damnificadas”.
Estamos a 5 de septiembre. Han transcurrido ocho meses de 2017 y todavía la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI) no ha facilitado los indicadores relativos a las cuentas nacionales de la economía cubana. Un retraso lamentable que impide realizar un análisis de la evolución de la misma. La situación es especialmente grave ya que en la base de datos de este organismo en internet, los últimos indicadores se refieren al año 2014, no siendo posible construir la información de 2015.
Hasta la fecha, los datos divulgados de las cuentas nacionales de la economía cubana en 2016 se han basado en informaciones fragmentarias, de escasa credibilidad, ofrecidas en la Asamblea nacional por los máximos dirigentes del régimen, y que luego se han aceptado por los organismos internacionales, sin más. Pero este no es el procedimiento. En todos los países del mundo, existen institutos de estadística como ONEI que, con independencia y profesionalidad, se aseguran de la calidad y prontitud de los datos estadísticos. Hay mucho en juego cuando se trata de las cuentas nacionales.
Permitan que realice una breve descripción de lo que se trata. Las cuentas nacionales de un país reflejan los indicadores agregados de su gestión macroeconómica, desde la perspectiva de la producción y del gasto. Se trata de datos que atraen la atención de los analistas, los medios de comunicación y la opinión pública en general, porque se interpretan con facilidad y permiten realizar un diagnóstico preciso de la situación y tendencias de la economía. Entre otros, están el PIB, el consumo privado y público, la formación bruta de capital o inversiones, las exportaciones, las importaciones, y el detalle de su distribución por sectores y ramas de actividad. Un compendio de información valiosa que, en el caso que nos ocupa, todavía sigue sin ver la luz a pesar que ya estamos más cerca de 2018 que del año 2016.
Este tipo de situaciones genera una serie de problemas en juego cuya solución, si no se atiende de forma correcta, suele traer efectos muy negativos en el medio y largo plazo.
Principales rasgos de la economía cubana según el Estudio de CEPAL
Acaba de ser publicado el Estudio Económico de América Latina y el Caribe elaborado por CEPAL con datos relativos al desempeño de los países de la región en 2016 y previsiones para 2017. Por su interés, resumo las principales referencias a la economía cubana, añadiendo algunos aspectos que considero necesario destacar.
1.- CEPAL presenta un mal resultado de la economía cubana en 2016, con -0,9% del PIB, primer dato negativo en más de dos décadas. La debilidad del crecimiento continúa en 2017, un 1%. La economía está estancada.
2.- En términos comparativos, de un total de 32 países de América Latina y el Caribe, Cuba se sitúa en el séptimo lugar, empezando por abajo, respecto su crecimiento económico. Una posición similar a la esperada para Haití, y desde luego, condicionada por la evolución de Venezuela (-7,2%) o Ecuador (0,7%) que se sitúan más abajo en la clasificación.
3.- Los problemas principales de la economía son el incumplimiento de la planificación estatal y de las importaciones destinadas a dar apoyo al procesos productivos. Según CEPAL, han venido motivados por la restricción de envíos de petróleo de Venezuela desde comienzos de 2016, y las limitaciones financieras por incumplimiento de ingresos por exportaciones de algunos socios comerciales.
4.- El déficit fiscal se ha descontrolado y aumenta al 12% en 2017 (desde el 5,8% en 2015 y el 7% en 2016), cifra que no se registraba desde 1994, justificado por el aumento previsto de las inversiones públicas y la sustitución de importaciones que difícilmente se alcanzarán otra vez, como consecuencia del mantenimiento de la escasez de divisas.
Hace unos días, el ministro Cabrisas dijo en la asamblea nacional que la economía cubana crece en este primer semestre de 2017 a un ritmo del 1,1% tras superar la caída del -0,9% en el PIB durante el último semestre del pasado año. Sin embargo, al mismo tiempo añadió que “la crisis financiera en la que Cuba ha estado envuelta en los últimos dos años empeoró durante el primer semestre de 2017 debido a que el país tiene dificultades para obtener créditos comerciales por pagos atrasados a los proveedores”.
Crisis recurrentes que tienen su origen en la insuficiencia de los ingresos por exportaciones, mientras que las importaciones pese a su reducción lo que es poco beneficioso para el crecimiento interno de la economía, continúan abriendo la brecha de la balanza comercial, mientras que aumentan las dificultades para “obtener créditos, limitación en la asignación de liquidez y deudas por cartas de créditos vencidas y no pagadas".
Intentar achacar este problema a los menores suministros de petróleo procedentes de Venezuela no es del todo cierto. Los datos permiten constatar que incluso en años de fuerte entrada de petróleo la economía castrista mantenía su déficit comercial con el exterior, obligando al gobierno a reducir las importaciones y con ello, el crecimiento de la economía que se ha mostrado débil en los últimos años.
Como no estamos acostumbrados a disponer en la economía cubana de indicadores de coyuntura, como ocurre en otros países, la credibilidad del ministro y sus datos vuelven de nuevo a plantear algunas dudas sobre la realidad. En todo caso, toca hacer una revisión médica de la economía y tratar de comprender qué es lo que está ocurriendo realmente en la actualidad.
Nos encontramos en un momento especial para la economía mundial. Todos los informes publicados recientemente por organismos especializados, OCDE, FMI, Banco Mundial, insisten que el escenario ha cambiado y lo ha hecho para mucho mejor. Tras años de crisis, los indicadores de crecimiento del PIB, desempleo, nivel de precios apuntan a una tendencia positiva, estable que parece haber llegado para quedarse entre nosotros, al menos cierto tiempo.
Casi todos los análisis coinciden que la estabilidad del precio del petróleo alrededor de los 50 dólares o una eventual moderación en el aumento de los tipos de interés actúan como viento de cola empujando al conjunto de las economías. En tales condiciones, las previsiones del Banco Mundial anuncian que la economía mundial crecerá a una tasa próxima al 3% en el próximo trienio. Ni siquiera los temores que suscita un rebrote del proteccionismo, tras la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca; o los riesgos inherentes a la economía de China inmersa en un cambio de los motores hacia el consumo interno, lo que puede aumentar el nivel de endeudamiento, o las dudas sobre la reacción de las economías a la retirada de estímulos monetarios, como en la Unión Europea, hacen prever un escenario de menor crecimiento. El motor está a pleno rendimiento, y parece más potente que antes de la crisis.
La Unión Europea continúa, sin embargo, con dudas sobre su crecimiento. Un asunto que la Comisión Europea trata de afrontar en el seno del Ecofin, donde se ha presentado recientemente un informe del Comité Económico y Financiero para promover el aumento de la inversión en los países de la Unión Europea. Años de crisis y débil crecimiento, indican que este problema de la insuficiente inversión es un obstáculo que la Unión debe afrontar para estimular el crecimiento y recuperar el dinamismo anterior a la crisis. El informe volvía a insistir en la necesidad de frenar las limitaciones que suponen las barreras a los flujos de capital establecidas por Bruselas, y en la necesidad de aprovechar los vientos de cola que favorecen la economía europea.