Lo último que se podía escuchar de Díaz-Canel llegó el pasado lunes 24 de febrero, durante la reunión de balance del ministerio de economía y planificación. Allí, en presencia del ministro y ante un surtido elenco de autoridades que le sigue en toda esta actividad febril de las primeras semanas del año, declaró que el ministerio de economía “debe ser un ministerio de pensamiento, encargado de liderar, por su actividad rectora el pensamiento económico del país, en estrecho vínculo con las universidades”.
La frase, de marcado cariz totalitario, no tiene desperdicio, y encierra buena parte de las vicisitudes que atraviesa la economía cubana en este momento como consecuencia de la gestión de Díaz-Canel.
Que un ministerio se ponga a liderar el pensamiento económico es un absurdo. Los ministerios son órganos administrativos dependientes del poder ejecutivo, que se encargan de ejecutar la política de gobierno. Pedir peras al olmo tiene poco sentido. Pretender que un ministerio formado por burócratas, que en el caso cubano son de partido, de partido único, comunista, lidere el pensamiento económico, desvirtúa la realidad y aleja la solución del problema, o viceversa. Entiendo que este mensaje se debe entender en el terreno de la cordialidad campechana entre “colegas” del gobierno, pero si realmente fuera cierto, y Díaz-Canel está convencido de esto que dice, mal muy mal le puede ir a los cubanos.
¿En qué me baso para sostener este argumento? Pues en algo tan sencillo como contradecir a Díaz-Canel cuando afirma que el ministerio, como órgano de pensamiento, puede propiciar una “conducción de la economía totalmente innovadora”. Y que esa innovación se base, por ejemplo, en la sustitución de mecanismos administrativos por otros económico- financieros, además de una relación más coherente e integral entre todos los actores de la economía. Si con este tipo de prácticas cree Díaz-Canel que el pensamiento del ministerio de economía puede ayudar a los cubanos a comer todos los días con seguridad, a cobrar mejores sueldos por sus trabajos o a disponer de servicios de calidad en infraestructuras básicas del país, está muy equivocado.
Además, Díaz-Canel quiere que el pensamiento económico del ministerio se convierta en “líder del pensamiento económico único del país”. La vena totalitaria comunista a punto de reventar. El mensaje es claro: en Cuba no es posible pensar de forma diferente, en materia de asuntos económicos. El orden neo liberal es una frontera que jamás se debe cruzar. Díaz-Canel considera a los liberales como diablos escondidos, planeando continuas conspiraciones para cambiar el curso de la historia de la economía cubana. Y por eso el perverso y repugnante liderazgo único en el pensamiento económico, para que nadie se mueva, para que nadie se equivoque, para suprimir la libertad.
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