Un Estado de Derecho es un modelo de orden para el país por el cual este se rige por un sistema de leyes escritas e instituciones ordenadas en torno de una Constitución, la cual es el fundamento jurídico de las autoridades y funcionarios que se someten a las normas de ella.
Por tanto, cualquier medida o acción debe estar sujeta una norma jurídica escrita, y las autoridades del Estado están limitadas estrictamente por un marco jurídico preestablecido que aceptan y al que se someten en sus formas y contenido. Por lo tanto, toda decisión de sus órganos de gobierno ha de estar sujeta a procedimientos regulados por Ley y guiados por absoluto respeto a los derechos fundamentales.
Lo dicho hasta aquí contrasta con lo que sucede en ocaciones en muchas dictaduras, y muy especialmente en la dictadura comunista instaurada en Cuba por más de 60 años, donde el deseo y voluntad del dictador es la de una gran medida de acciones, sin que medie una norma jurídica.
«EL PROBLEMA DE LA CONQUISTA Y DE LA DEFENSA DEL ESTADO MODERNO NO ES UN PROBLEMA POLITICO, SINO TÉCNICO. LAS CIRCUNSTANCIAS FAVORABLES PARA UN GOLPE DE ESTADO NO SON DE NATURALEZA POLÍTICA O SOCIAL Y NO DEPENDEN DE LA SITUACIÓN GENERAL DEL PAÍS» – (Malaparte. París, 1931).
Fue Curzio Malaparte el escritor europeo más influyente y conocido durante la II Guerra Mundial y en los años de sus terribles secuelas, quien en su libro epónimo, ”Las técnicas del golpe de estado”, enfatizó desde su título en las técnicas, en plural, de un único fenómeno: el golpe, en singular, para conquistar o defender a un estado organizado.
En la modernidad, fue Napoleón Bonaparte el primero en aplicar victoriosamente una técnica rudimentaria –con estricto apego a la legalidad e incruenta, durante la toma de la Asamblea Nacional– el 18 de Brumario. Hecho con la complicidad de su hermano Lucienne, ante las vacilaciones del Abate Sieyes. Aquel día se disolvió el Directorio a solo diez años del triunfo de la Revolución Francesa.
Pero, Malaparte propone, además, otros ejemplos que terminaron en fracasos rotundos por no aplicar las “reglas” que subyacen en cualquier intento golpista de envergadura. El intento de Hitler en 1922, es el clásico. Dejó al partido nazi destruído en el pustch de Munich, que dejó una estela de muertes y horror en toda la capital de Baviera. Salva la vida de milagro y va a la cárcel por tres años.
Los comunistas acostumbran adueñarse de los bienes, ideas, inventos e iniciativas de los demás, para aparentar que sólo ellos pueden transformar la sociedad en un mundo más justo. Así se han adueñado también del mérito que implica promover un homenaje «a las mujeres corrientes como artífice de la historia que hunde sus raíces en la lucha plurisecular de la mujer por participar en la sociedad en pie de igualdad con el hombre», como proclamaron las Naciones Unidas el Día Internacional de la Mujer en 1975. Pero en Estados Unidos, desde mucho antes, ya se conmemoraba el Día Nacional de la Mujer desde el 8 de marzo de 1909.
En realidad, la fecha elegida para la conmemoración de este día no es casualidad. El 8 de marzo de 1857 129 mujeres trabajadoras murieron en un incendio en la fábrica Cotton, de Nueva York, Estados Unidos, después de que se habían declarado en huelga en su lugar de trabajo. Y por ese hecho se escogió esa fecha.
Confieso que hay días en que me pregunto cómo podemos vivir los cubanos en medio de tanta arbitrariedad, incertidumbre y violencia. Para los creyentes nos queda el recurso de apelar a la fe, que nos revela a Dios hecho hombre y clavado en la cruz para redimir a toda la humanidad. A su imagen y semejanza deberíamos vivir esta pasión por Cuba, que duele hasta el tuétano y se torna oscura en la medida que un puñado de hombres ejercen de Pilatos, nos conducen hasta el calvario de la vida en la miseria, la zozobra y el odio.
En los últimos días se ha incorporado a la retórica oficial una campaña contra el lanzamiento de la canción “Patria y Vida” compuesta e interpretada por varios cantautores cubanos de la Isla y de la Diáspora. El video, que no tardó en volverse viral en las redes sociales, ha sido mal acogido por el gobierno de Cuba, que ha respondido con sendos artículos en el diario oficial del Partido Comunista, Granma, tuits en las cuentas oficiales del presidente y otros funcionarios, reportajes en el noticiero nacional de la televisión y, desgraciadamente, actos de repudio de los más espeluznantes de los últimos tiempos.
Si la Revolución es invencible, y está más fuerte que nunca, ¿qué hace un país respondiendo oficialmente, por todas las vías posibles de su monopolio comunicacional, ante una canción de unos artistas independientes? Si los medios oficiales como Cubadebate, califican con los argumentos más despectivos posibles a cada uno de los cantantes del video, estamos ante un censura oficial, o es obra de un editor por cuenta propia, que toma la justicia por su cuenta? Si la canción no ataca a personas, sino que habla de “un sistema que no funciona ni para nosotros mismos”, y todo el contenido producido por el gobierno es lesivo para la reputación de los cantantes, ¿quién incurre una vez más en actitudes poco éticas?
Cuba vive en medio de una crisis. Es necesario tomar decisiones y diseñar políticas públicas sin dilación y sin exclusión. Todos queremos salir ya de la crisis-sobre-crisis que es la pandemia sobre un modelo que no funciona. ¿Quiénes deben tomar las decisiones? ¿Quiénes deben contribuir al diseño de los caminos que necesitamos? ¿Quiénes deciden cuáles, cuándo y cómo se escogen y recorren esos caminos?
Las respuestas pueden ser diferentes. Y, en coherencia con los hechos, podemos evaluar qué modelo antropológico nos ha servido para el desarrollo humano integral de los cubanos, en qué tipo de sociedad vivimos, en qué sistema político se desarrolla nuestra existencia, y con qué modelo económico queremos resolver nuestros problemas. Por los hechos también podemos saber cómo es nuestra vida cultural, religiosa, o cómo son las relaciones de Cuba con la comunidad internacional. Son los hechos y no las ideologías, las que nos permiten tener una idea objetiva de lo que está sucediendo en nuestro país. Si solo la ideología es la que prevalece y nos permite conocer la realidad, entonces somos idealistas. Si solo lo material prevalece, somos materialistas. Con hechos e ideas, lo más pegados a la realidad posible, entonces somos realistas.
Para evaluar los sistemas sociales existen instrumentos universalmente aceptados que permiten conocer las respuestas de fondo a cada una de estas preguntas. Son criterios de juicio mundialmente consensuados. Estas herramientas para evaluar los modelos antropológicos, sociales, económicos, políticos, religiosos, culturales e internacionales, no surgen del voluntarismo de una persona, o de un grupo, ni de una ideología, ni siquiera de un país o comunidad de naciones de una región del mundo. La conciencia mundial, el desarrollo cultural, el crecimiento cívico de la humanidad, han alcanzado un nivel de consenso indiscutible que se pueden resumir en el espíritu y la letra del documento cívico de mayor trascendencia y altura de miras que ha logrado el género humano: la Declaración Universal de los Derechos Humanos, aprobada por la ONU el 10 de diciembre de 1948, y los Pactos Internacionales que la aplican y complementan: el de Derechos civiles y políticos, el de Derechos económicos, sociales y culturales, y el de Derechos de los pueblos.