Desde su fundación en 1919 se realiza anualmente el evento más importante a nivel global concerniente al mundo del trabajo, en el marco de la relación tripartita entre gobiernos, trabajadores y empleadores se concretan las deliberaciones traducidas en convenios laborales acordados para dignificar el trabajo, firmados por los países firmantes cuya cifra alcanza a 187 en la actualidad.
En esta ocasión acaba de finalizar la 112 Conferencia Internacional del Trabajo, dicho evento se celebró en Ginebra del 3 al 14 de junio de 2024 con la asistencia de más de 4.900 delegados, representando a gobiernos, organizaciones de empleadores y trabajadores, siendo el lema central la convocatoria “para hacer del progreso de la justicia social la base para una paz sostenible, una prosperidad compartida, la igualdad de oportunidades y una transición justa”. Las conclusiones identifican cuatro áreas de enfoque para la acción política: fortalecer la gobernanza de los mercados laborales; libertad de asociación y diálogo social, incluyendo la negociación colectiva; formalización y empresas sostenibles; e igualdad e inclusión.
¿Como se traducen estas orientaciones para cada gobierno? Su aplicación dependerá de las políticas públicas de cada administración y de las orientaciones de cada gestión, cuyo resultado equivaldrá a reconocimientos si aplican las orientaciones y convenios firmados por los estados, o por el contrario serán sancionados con condenas al verificarse reiteradas violaciones a los convenios laborales.
En América Latina resaltan dos casos los de Nicaragua y Venezuela, lamentablemente reconocidos por su tendencia dictatorial durante el siglo XXI. Con referencia a Nicaragua la OIT instó en los términos más enérgicos al régimen dictatorial de Daniel Ortega y Rosario Murillo a que restituya la legalidad del Consejo Superior de la Empresa Privada (COSEP) ilegalizada hace un año y que también cese la persecución contra las organizaciones sindicales independientes y sus líderes.
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