El sensacionalismo mediático, en complicidad con la morbosidad del público, conduce a darle excesivo relieve a los escándalos sexuales, sobre todo si provienen de quienes menos podrían esperarse. Tales noticias quedan más picantemente sazonadas si los escándalos tienen que ver con la aberración de relaciones contrarias a la naturaleza.
El furor por lo erótico hace que se soslayen otros abusos quizás más graves. Con la ayuda del derecho eclesiástico, compilado como "Codex Iuris Canonici" (CIC), vamos a explorar áreas de posibles abusos no sexuales.
Prescribe el derecho vigente: "Los clérigos han de vivir con sencillez, y abstenerse de todo aquello que parezca vanidad; destinen voluntariamente al bien de la Iglesia y a obras de caridad lo sobrante de lo recibido en el ejercicio de un oficio eclesiástico" (#282). Sería escandaloso que ministros de la Iglesia se sentasen tras el timón de automóviles lujosos o que vacacionasen en rémotas y exóticas ínsulas o que frecuentasen restaurantes gourmet o que vistiesen ropa de marca. En cuanto al vestir hay norma general: "Los clérigos han de vestir un traje eclesiástico digno" (#284). Se supone que el ministro de Dios busque identificarse con Jesús de Nazareth, que "siendo rico se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza" (2Cor 8,9). Sería escandaloso que hubiese ministros ostentando un estilo de vida propio de las clases adineradas.
En relación con el dinero también hay una expresa prohibición: "Se prohíbe a los clérigos dedicarse a negocios y al comercio" (#286).
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