«EL PROBLEMA DE LA CONQUISTA Y DE LA DEFENSA DEL ESTADO MODERNO NO ES UN PROBLEMA POLITICO, SINO TÉCNICO. LAS CIRCUNSTANCIAS FAVORABLES PARA UN GOLPE DE ESTADO NO SON DE NATURALEZA POLÍTICA O SOCIAL Y NO DEPENDEN DE LA SITUACIÓN GENERAL DEL PAÍS» – (Malaparte. París, 1931).
Fue Curzio Malaparte el escritor europeo más influyente y conocido durante la II Guerra Mundial y en los años de sus terribles secuelas, quien en su libro epónimo, ”Las técnicas del golpe de estado”, enfatizó desde su título en las técnicas, en plural, de un único fenómeno: el golpe, en singular, para conquistar o defender a un estado organizado.
En la modernidad, fue Napoleón Bonaparte el primero en aplicar victoriosamente una técnica rudimentaria –con estricto apego a la legalidad e incruenta, durante la toma de la Asamblea Nacional– el 18 de Brumario. Hecho con la complicidad de su hermano Lucienne, ante las vacilaciones del Abate Sieyes. Aquel día se disolvió el Directorio a solo diez años del triunfo de la Revolución Francesa.
Pero, Malaparte propone, además, otros ejemplos que terminaron en fracasos rotundos por no aplicar las “reglas” que subyacen en cualquier intento golpista de envergadura. El intento de Hitler en 1922, es el clásico. Dejó al partido nazi destruído en el pustch de Munich, que dejó una estela de muertes y horror en toda la capital de Baviera. Salva la vida de milagro y va a la cárcel por tres años.
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