Confieso que hay días en que me pregunto cómo podemos vivir los cubanos en medio de tanta arbitrariedad, incertidumbre y violencia. Para los creyentes nos queda el recurso de apelar a la fe, que nos revela a Dios hecho hombre y clavado en la cruz para redimir a toda la humanidad. A su imagen y semejanza deberíamos vivir esta pasión por Cuba, que duele hasta el tuétano y se torna oscura en la medida que un puñado de hombres ejercen de Pilatos, nos conducen hasta el calvario de la vida en la miseria, la zozobra y el odio.
En los últimos días se ha incorporado a la retórica oficial una campaña contra el lanzamiento de la canción “Patria y Vida” compuesta e interpretada por varios cantautores cubanos de la Isla y de la Diáspora. El video, que no tardó en volverse viral en las redes sociales, ha sido mal acogido por el gobierno de Cuba, que ha respondido con sendos artículos en el diario oficial del Partido Comunista, Granma, tuits en las cuentas oficiales del presidente y otros funcionarios, reportajes en el noticiero nacional de la televisión y, desgraciadamente, actos de repudio de los más espeluznantes de los últimos tiempos.
Si la Revolución es invencible, y está más fuerte que nunca, ¿qué hace un país respondiendo oficialmente, por todas las vías posibles de su monopolio comunicacional, ante una canción de unos artistas independientes? Si los medios oficiales como Cubadebate, califican con los argumentos más despectivos posibles a cada uno de los cantantes del video, estamos ante un censura oficial, o es obra de un editor por cuenta propia, que toma la justicia por su cuenta? Si la canción no ataca a personas, sino que habla de “un sistema que no funciona ni para nosotros mismos”, y todo el contenido producido por el gobierno es lesivo para la reputación de los cantantes, ¿quién incurre una vez más en actitudes poco éticas?
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