En la reunión de Lima del FMI de octubre pasado se analizó la insostenible situación económica de Argentina, particularmente en un entorno del ciclo descendente de las materias primas internacionales (-18% en 2015), la ralentización del crecimiento económico chino (6.9%) y la contracción de Brasil (-2.8%). Argentina padece de un lento crecimiento de la actividad económica (0.5%); una tasa de desempleo del 6.6%; una elevada inflación superior al 25% anual, posiblemente del 35% anual; una caída de la productividad por la falta de nuevas inversiones; un creciente déficit de las cuentas fiscales (-3.6%) resultado de una política expansiva del gasto público con amplios subsidios y transferencias sociales; una elevada y creciente carga tributaria; y un déficit de la cuenta corriente de la balanza de pagos (-1.6%).
En obvio que Argentina tiene que realizar un severo ajuste económico para corregir los desbalances y distorsiones existentes y recuperar un elevado crecimiento. Daniel Scioli defendió la absurda posición que no se requiere un ajuste económico y, por lo contrario, aterró al electorado con un posible ajuste de Mauricio Macri. Por su parte, Macri no ha presentado claramente en qué consistirá su propuesta de gobierno, qué tipo de ajuste realizará. Argentina estará mucho mejor con Macri.
El ajuste de Macri apunta a activar una significativa inyección de recursos externos, que propiciará la posibilidad de que Argentina supera su actual estancamiento económico y baja productividad, asimismo se comprometió a levantar el cepo, o diferencial, cambiario que impide la inversión externa y que planea hacer desde el primer día de su mandato, el 11 de diciembre. Los mercados están expectantes de los cambios que Argentina necesita realizar para alentar la inversión en el país, aprovechando las muchas oportunidades existentes de alta rentabilidad. Las condiciones para endeudarse externamente no pueden son mejores, ya que las tasas de interés continúan en bajos niveles históricos, como lo prueban las bajas tasas de los otros países de desarrollo de la región que se están financiado con préstamos externos. Otra posibilidad para Argentina es retomar el financiamiento de los organismos internacionales como el FMI, el Banco Mundial y el BID, que le permitirían mantener las reservas internacionales en torno a unos US$15 mil millones y de esta manera estabilizar el mercado cambiario, al mismo tiempo que permitiría el gobierno impulsar un amplio programa de inversiones en infraestructura.
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