Cuba: Más sobre el Nuevo Periodo Especial

El shock venezolano y Cuba: crónica de una crisis anunciada

El economista cubano Pavel Vidal presentó el segundo ensayo(El shock venezolano y Cuba: crónica de una crisis anunciada)con proyecciones económicas completassobre los efectos en Cuba de lareducciónde la ayuda de Venezuela, anunciada por Raúl Castro en julio.  En primer ensayo Vidal sobre el mismo tema fue a principios de año 2014.

Debido con la experiencia de Vidal sobre la economía de la Isla resumo sus principales conclusiones sobre el tema.  No obstante, las mismas más optimistas que las mías al suponer que no habrán reducciones adicionales de la ayuda de Venezuela, ya atraviesa actualmente unas muy difícil crisis económica, financiera y humanitaria (alimentos y medicinas). 

A fines del año 2014, después de la fuerte caída del precio del crudo, la disminución de la ayuda de Venezuela a Cuba, era una cuestión de tiempo, asimismo con estimar cuándo ocurriría la inevitable caída de estos flujos comerciales y financieros y sus efectos.

A fines de 2015, el zar Murillo presentó un plan económico para Cuba indicando que un año 2016 sería tenso en la disponibilidad de divisas.  Así y todo, el gobierno fijó un aumento del PIB de 2 % para 2016.

En julio de 2016, Raúl Castro destapó que para el segundo semestre del año 2016 no se alcanzaría el crecimiento proyectado del PIB.  La nueva situación implica con un recorte significativo de los gastos en la economía, la disminución en la disponibilidad de combustibles para el sector empresarial y el incumplimiento de algunos compromisos de los pagos internacionales.  No obstante, Castro afirmó, en la Asamblea Nacional, que el país no regresará al Período Especial.  En esto, es totalmente erróneo como que se comenta a continuación.

La primera respuesta de la política económica al shock venezolano fue aplicar recortes de los gastos (una nueva austeridad) y de los suministros de combustibles, y fijar topes a los precios en los mercados agrícolas y en el transporte privado.  La contracción de gastos es inevitable e indispensable para sostener los equilibrios macroeconómicos y financieros, pero se debió acompañar por los postergados cambios estructurales.

La peor respuesta será aplicar solo recortes (más austeridad), conservar el lento ritmo de las reformas estructurales y esperar en que Venezuela vuelva a cumplir los acuerdos en el suministro de crudo.  En el corto y mediano plazos, la superación de la crisis venezolana es muy difícil, tiene muchas y crecientes dificultades.

Hasta el momento, las cifras indican que el intercambio con Venezuela disminuirá alrededor de un 20 % en los despachos del crudo, que las operaciones de la refinería de Cienfuegos se han detenido, y esto implicará una disminución de los ingresos por la exportación de servicios médicos (debido a que existe un mecanismo de indexación entre ambas variables).

Es muy probable que la economía isleña entre en una recesión en 2016.  Es decir, que el PIB decrezca, que se tendrá obviamente un negativo impacto en los diferentes sectores económicos, el comercio externo, los equilibrios macroeconómicos, las finanzas internacionales y el bienestar de los cubanos.

En el mejor caso, el crecimiento del PIB en 2016 será cercano a cero o ligeramente negativo.  Pero lo peor vendrá en el próximo año 2017.  La caída del PIB en 2017 sería de 2,9 %; sería la primera disminución del PIB en 24 años.  En el año 2016 las empresas cubanas podrán amortiguar el shock con los inventarios y los contratos con los proveedores, pero en el 2017 tendrán que hacer un ajuste mayor de sus gastos.

La agricultura y la industria sostendrían contracciones, mucho más marcadas en 2017 con estimados de -9 % y -7,3 %, respectivamente.  Se prevé que la inversión disminuirá con una contracción de 17 % y 20 % para los años 2016 y 2017, respectivamente.  Esto se ha explica por los menores ingresos en divisas por las exportaciones y las mayores restricciones financieras.

También se prevé un incremento del déficit fiscal al 9 % del PIB en el año 2017 y el aumento de la inflación cercano al 10 % en el próximo año.  Ello significará una nueva disminución del poder adquisitivo de los salarios promedios, es similar o mayor proporción.  Lo más preocupante es que actualmente los salarios se encuentra sumamente deprimidos, representando cerca de una tercera parte de su valor real que tenían en el año 1989.  En consecuencia, existe una alta proporción de la población enterará en una situación de extrema vulnerabilidad con la llegada de esta nueva crisis económica.  Por tanto, los retos para el gobierno cubano en la política social y en el orden político, será enormes.

Las familias se verán afectadas por la disminución del consumo de 2,8 % en 2016 y de 7,5 % en 2017, así como por un ligero aumento de la tasa de desempleo.  Los remesas familiares, los ingresos derivados de las actividades vinculadas al turismo y en los ingresos provenientes del sector privado y cooperativo, solo podrán aliviar el shock de Venezuela.

Si bien el gobierno cubano se movió con rapidez con el restablecimiento de relaciones con EEUU, la firma de nuevos acuerdos con la Unión Europea, y en las negociaciones con el Club de París, en cambio la política económica no marchó al mismo ritmo.  Hubo rezago y excesiva tardanza de disminuir la dependencia comercial y financiera de Venezuela, tampoco no se lo hecho nada para buscar alternativas para enfrentar el shock venezolano.  La burocracia sigue inactivas y la preferencia por cambios graduales sigue dejando pasar importantes oportunidades.

Para Cuba, los Lineamientos de 2011 han resultado marcadamente deficientes y, por lo tanto, insuficientes para lograr la transformación productiva en el país debe requiere para dinamizar el crecimiento del PIB.  La confirmación de que Venezuela no podrá cumplir todos los acuerdos y la agudización de su crisis económica, financiera y humanitaria, obligan a establecer y acelerar una nueva estrategia de inserción internacional.  Sin embargo, esta estrategia no está definida en los Lineamientos, ni los nuevos documentos aprobados en los pasados dos Congresos.

La velocidad de las reformas raultistas (sin prisa, pero sin pautas) nunca llegó a convencer nadie.  Para muchos resultaba incompatibles con la urgencia de cambios que el país necesita después de más de cuarto de siglo cargando con las consecuencias de la caída del campo socialista y sin determinar un modelo económico alternativo que promueva un progreso económico y bienestar de la población cubana.  En muchas áreas de la economía se pudiendo aplicar cambios más enérgicos y eficazmente con grandes posibilidades de obtener resultados netos, suficientes y positivos.  Si antes del shock, la velocidad de las reformas era excesivamente lenta, ahora ese ritmo resulta en un inmovilismo autodestructivo. 

De inmediato, las autoridades cubanas podrían expandir un trabajo por cuenta propia, la pequeña y mediana empresa y las cooperativas con nuevos tipos de licencias y participación de los profesionales, y con la apertura de un mercado competitivo y sin restricciones para el acceso a los insumos y bienes de capital físico.  Además, deberá acelerar la aprobación de los proyectos de inversión extranjera pendientes y hacer una devaluación del peso convertible.

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