Cualquier pensamiento acerca de un futuro partidario de Cuba debe examinar su Partido Comunista (est. 1965). La contienda por la oposición en Cuba ha estado notablemente limitada durante medio siglo. El político cubano más eficaz desde la oposición, capaz de reunir miles de firmas en una petición para una reforma política, Oswaldo Payá, murió en 1902. Ningún otro político cubano, partido, u organización política de la oposición ha sido capaz de movilizar a más de unos pocos cientos de adherentes. Levitsky, Loxton y Van Dyke (2016) indagan sobre el proceso de formación de un partido bajo un gobierno autoritario. Sin embargo, el régimen autoritario de Cuba – a diferencia del de Brasil de los sesenta hasta los ochenta o el de México durante setenta décadas – ha hecho que la construcción de un partido de oposición sea insegura e imposible.
Con ausencia de impugnación significativa, es probable que el Partido Comunista, bajo su propio nombre o uno diferente, sea un futuro “partido de poder” como en Rusia y China: donde la ideología puede debilitarse, las políticas y el nombre del partido pueden cambiar, pero los líderes del antiguo Partido Comunista se aferran al poder. Vladimir Putin en Rusia ejemplifica bien el establecimiento de tal partido. El Partido Comunista Ruso, como tal, está en la oposición a Putin, pero muchas de sus antiguas élites, exmiembros del otrora gobernante Partido Comunista – Putin entre ellos – se han unido en un nuevo “partido de poder”, sin importar los cambios en su nombre (Colton, 2007). Uno de los recursos políticos de Putin ha sido la restauración del orgullo de nación y del papel de Rusia en el mundo. La ideología por lo demás importa poco y sus políticas son pragmáticas. El Partido Comunista Chino es otro “partido de poder”, que ha cambiado políticas económicas dramáticamente y con éxito, transitando hacia un régimen político que ha traído prosperidad a muchos mediante su adopción de muchas características de la economía de mercado. Ha ganado apoyo nacionalista, ha obtenido un lugar destacado en la política y la economía mundial, y no ha dudado en reprimir a la oposición o a la sociedad civil (Friedman, 2008). China se caracteriza por su régimen político aún autoritario, aunque ya económicamente transformado. El régimen político en Rusia es más abierto, pero todavía es un régimen político semi autoritario con muchos menos logros económicos. En ambos casos, un “partido de poder” gobierna, y las expectativas electorales de la oposición son débiles.
El PCC ya se parece a un partido de poder, manteniendo unidas varias tendencias que promueven, o resisten a, cambios de políticas orientadas al mercado, buscan o repelen una reconciliación con los Estados Unidos, y acogen o evitan la liberalización de reglas sociales y políticas hacia los homosexuales. Como el Partido Comunista Chino contemporáneo, y el presidente Putin, los comunistas cubanos están orgullosos de haber desafiado a Estados Unidos y haber sostenido la soberanía cubana a pesar de la adversidad, haber jugado un papel mundial descomunal, haber sobrevivido al colapso de la Unión Soviética y los regímenes comunistas de Europa centro - oriental, haber construido un sentimiento de orgullo por ser cubano, y haber construido los medios para la cohesión social mediante variadas políticas sociales, incluyendo la reducción de las brechas raciales señaladas anteriormente. La Constitución de Cuba (Artículo 5) describe al PCC como la “vanguardia organizada de la nación cubana”. En 2013, Raúl Castro anunció que renunciaría como presidente de Cuba en 2018 y designó a Miguel Díaz Canel (nacido en 1960) como su primer vicepresidente y sucesor. Por lo tanto, el futuro a corto plazo más probable para el partido, todavía tratando de evitar una elección libremente competitiva, es su consolidación como un partido de poder desideologizado, promulgando nuevas reformas de mercado en búsqueda de prosperidad, y sosteniendo algunas iniciativas de liberalización política para apaciguar conflictos.