El meticuloso camino de Fauci para evitar cualquier información que pudiera vincular concretamente al Instituto de Virología de Wuhan (WIV) da crédito a su esfuerzo calibrado por ocultar el papel de Pekín en este crimen contra la humanidad
Durante treinta y siete años, Anthony Fauci ha dirigido el Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas (NIAID, por sus siglas en inglés). Actuando como el comandante en jefe de los inmunólogos de la nación, la cara más visible de la respuesta de Estados Unidos a la pandemia del COVID-19, ha sido objeto de críticas.
La demanda de la Ley de Libertad de Información presentada por Buzzfeed y The Washington Post (WaPo) para obtener acceso a los correos electrónicos de Fauci ha arrojado mucha luz sobre información presentada y/o sospechada hace tiempo, pero amordazada por los medios corporativos y las Big Tech.
El encubrimiento del virus de China
Pese a las dudosas sospechas levantadas en cuanto a los motivos que llevaron a un medio de comunicación de izquierda (Buzzfeed) a buscar y hacer públicos más de 3,200 correos electrónicos y a una influyente publicación de enfoque hacia ese misma tendencia (WaPo) a hacer lo mismo con 900, dado el papel que estas plataformas jugaron en la aceptación y fortificación de la propia narrativa que las comunicaciones electrónicas de Fauci entre enero y junio de 2020 del primero y entre marzo y abril del segundo, ahora contradicen es sorprendente.
A pesar de la racionalidad o el propósito detrás de la hazaña de hacer pública esta información seminal sobre la naturaleza de la pandemia de COVID-19 y la respuesta de los Estados Unidos, tal y como fue suscrita por el Centro para el Control de Enfermedades, que descansó, en un grado enorme, en las evaluaciones de Fauci, quien efectivamente se convirtió en el gurú del virus en el país, su importancia es primordial.
Las pruebas excesivamente abundantes que señalaban el papel de la China comunista en la fabricación de este virus contagioso, haciendo extraordinariamente poco para impedir su exportación al mundo libre, ejerciendo su control hegemónico sobre la Organización Mundial de la Salud (OMS) para falsificar la información disponible, y lanzando después una gran campaña de encubrimiento con gobiernos extranjeros, capital woke y organizaciones de fachada relacionadas con la salud, para paliar su grave culpabilidad en la muerte de más de 3,740,000 personas en todo el mundo y casi 600,000 en Estados Unidos.
Las pruebas que aportan los correos electrónicos de Fauci tienen una amplia base. Las afirmaciones de fuentes acreditadas, como la de Kristian G. Andersen, profesor e investigador principal del Departamento de Inmunología y Microbiología de Scripps Research, que le aconsejaba en un correo electrónico del 31 de enero que la composición del virus era “inconsistente” con la del desarrollo viral natural, no inquietaron al máximo experto en salud pública del país.
Un graduado de la Facultad de Medicina de Cornell, especializado en dermatología, en una comunicación electrónica del 21 de febrero sugirió que el virus parece tener cualidades de manipulación artificial. En ambos casos (no fueron los únicos) en los que los expertos señalaron factores artificiales que ofrecían hipótesis convincentes que vinculaban al régimen marxista directamente en la fabricación del virus, fue ignorado por Fauci. El primer ejemplo citado recibió un tibio “gracias” y el segundo fue desviado a un subordinado.
El meticuloso camino de Fauci para evitar cualquier información que pudiera vincular concretamente al Instituto de Virología de Wuhan (WIV), dirigido por el régimen comunista chino, da crédito a su esfuerzo calibrado por ocultar el papel de Pekín, abierta o tácitamente (en el mejor de los casos), en este crimen contra la humanidad. El físico Erik A. Nilsen, en un correo electrónico de marzo de 2020, señaló los datos fraudulentos que China estaba vendiendo y su papel de activista al permitir que los infectados “esparcieran” el virus por todo el mundo. Fauci reenvió la comunicación a otra persona, afirmando que era “demasiado larga para que la leyera”.
Entre los problemas que perseguirán a quien los medios de comunicación han convertido en una “celebridad” de la salud pública, estarán los testimonios potencialmente falsos que dio ante las audiencias del Senado en mayo sobre su participación en la investigación de “ganancia de función”, que es la manipulación de la experimentación viral con mecanismos artificiales, y los vínculos económicos entre el NIAID, encabezado por Fauci, y el WIV comunista chino. Las declaraciones y afirmaciones dentro de la gran masa de comunicaciones anteriormente privilegiadas de Fauci, nos permite saber que sus declaraciones juradas pueden colocarlas en calidad de perjurio.
Los líderes republicanos en Washington se están preparando para enfrentar este aparente encubrimiento. El representante Steve Scalise (R-La), el líder de la minoría republicana, tuiteó con vehemencia el 2 de junio: “Los correos electrónicos de Fauci muestran que sospechaba a principios del año pasado que COVID-19 podría filtrarse desde el laboratorio de Wuhan, pero se mantuvo en silencio. Esto es un gran encubrimiento. Necesitamos una investigación completa del Congreso sobre los orígenes de COVID-19”. El senador Paul Rand (R-Ky), un médico que ha desafiado la falsa ortodoxia de Fauci, declaró en un tuit: “Te lo dije”, y pidió su despido #FireFauci.
La administración Trump declaró firmemente todo el tiempo que este virus, el Virus de Wuhan a/k/n Virus del Partido Comunista chino (Virus CCP), fue fabricado por el Estado en China y el hecho de que se convirtiera en una exportación, también fue estructurado políticamente por Beijing. Ya en febrero de 2020 funcionarios electos como el senador de Arkansas, Tom Cotton argumentaron que la teoría del mercado húmedo de murciélagos era absurda.
Dado que el objetivo primordial de los medios de comunicación corporativos, de las Big Tech y del capital woke era negar a Trump una victoria en la reelección presidencial de 2020, la complicidad con China, su apoderado la OMS, y toda la expresión pública fue impactada para encajar la crónica de que todas las muertes de la pandemia eran culpa de Trump.
Además, la pandemia sirvió al propósito subversivo de una orquestación de revisión electoral masiva, en reacción a los riesgos percibidos del voto en persona debido a la mortal importación china, que funcionó a favor de la izquierda. Tal vez piensen que Fauci es ahora prescindible.
[ Para enlaces a otras fuentes que sirven de base a este tema, pulse → AQUÍ ]
[ Ver cronología y debate ]