Para quienes dudaban de la fuerza del voto para enfrentar la tiranía, el pueblo venezolano les dio la respuesta contundente el pasado domingo 28-J ante la comunidad internacional, en torno a cuál es el antídoto más efectivo para enfrentar el autoritarismo. En efecto la participación masiva fue la principal evidencia del delito de fraude al constatarse el volumen del crimen cometido por un régimen en pánico, cuyo sustento directo es el respaldo del Alto Mando de las FABN.
El pueblo cumplió con el voto aplastante por Edmundo González, y ahora se alista a consumar la epopeya de cobrar la victoria obtenida, al demostrar ante el planeta el verdadero rostro del dictador y su séquito, quien no ha vacilado en utilizar su método preferido la represión mortal, para intentar contener la rebelión desatada por todos los sectores sociales en ciudades, pueblos y campos del territorio nacional, recalcando que no es convocada por la dirigencia opositora, ha sido la reacción espontánea del ciudadano al sentirse estafado por el CNE.
Con el resultado de las elecciones presidenciales se evidenció la ruptura definitiva de la población con el chavomadurismo, mediante un proceso que tardó años al agotarse la paciencia popular, al sufrir durante un cuarto de siglo la espera de la redención que finalmente concluyó en miseria, pobreza y muerte, en un contexto alimentado desde el Estado plagado de limosnas, discursos ideológicos y de improperios contra el imperialismo.
Las dimensiones del crimen del régimen chavomadurista no tiene límites, ni comparaciones por su precariedad en nuestro continente, al sustraerle durante 25 años la oportunidad al noble pueblo venezolano de acceder a las coyunturas de posibilidades del siglo XXI, por el contrario, como túnel del tiempo lo envió a las montoneras del siglo XIX.
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