La inasistencia tendría que ver con una decisión adoptada por el canciller Álvaro Leyva.
Bogotá, Ago.29.– Un derecho de petición de Noticias Caracol permitió establecer en las últimas horas que la ausencia de Colombia en la sesión de la OEA para condenar las violaciones de derechos humanos por parte de Nicaragua, fue una orden del Gobierno Nacional.
El pasado 12 de agosto Colombia no estuvo en la sesión de la OEA convocada para votar la resolución que condenaba la violación de derechos humanos por el régimen de Daniel Ortega. Este hecho generó polémica en diversos sectores nacional e incluso a nivel internacional.
En una reflexión recientemente publicada en redes sociales, el sacerdote cubano Alberto Reyes Pías, de la Arquidiócesis de Camagüey, denunció que a la dictadura no le “importa nuestra vida”, y advirtió que “el enemigo está en casa”.
En su texto, titulado “He estado pensando… que a Dios no se le pregunta ‘¿por qué?’”, el P. Reyes Pías, duro crítico de la dictadura comunista en la que vive Cuba por más de seis décadas, dijo que “creo, firmemente, que Dios nos ama y sabe lo que hace, y que nunca permitiría que a sus hijos llegara un sufrimiento inútil, porque nadie mínimamente bueno haría sufrir a otro ser humano por gusto”.
“Sin embargo, constato que Dios permite que lleguen a nuestra vida sufrimientos profundos, que no siempre podemos evitar”, señaló.
Para el presbítero cubano, “alzar el puño y decirle a Dios: ‘¿por qué?’, sería admitir que no me ama, que se ha olvidado de mí, que me está castigando, o maldiciendo”.
"Pero como esto es impensable en Dios, entonces sólo me queda admitir que, cuando Dios permite un sufrimiento, lo hace porque quiere darme algo, quiere que entienda algo, quiere que crezca, que me renueve, que sea mejor persona, que mi vida sea diferente”.
When an authoritarian government is enthroned in power as a result of a centralizing process (even when it happens through a democratic electoral system), it is very likely that it will drift towards a dictatorship through the application of double standards in the justice system, as well as when legislative work abandons negotiation to impose a one-sided rule by a simple majority.
The worst part of the equation is to fall into a double standard of justice because it turns into an ideal tool to carry out political revenge or to stifle the mechanisms of opposition or protest. This happens when the prosecution responds to the interests of the party in power and the judges abandon their impartiality to adopt politicized positions.
No country is immune from this insidious slide toward dictatorship. Particularly if the party in power manages to influence or even control the press and media to the extent where they conceal or distort this ongoing erosion of the rule of law.
This is the tragic reality that we are currently seeing in the United States.