El político se despide cerrando el periódico digital de Maria Ressa, Nobel de la Paz.
Hong Kong, Jul.2.– Este jueves, Filipinas dice adiós al presidente Rodrigo Duterte. Durante los últimos seis años, su violenta retórica pródiga en testosterona y amenazas –“las funerarias estarán llenas”, ya avisó durante la campaña electoral– se hizo política estatal y sembró el país de cadáveres en su particular guerra contra las drogas. Un sangriento legado que define su mandato por encima de sus ambiciosos planes de infraestructuras o su acercamiento a China, pero que aun así no le ha privado del apoyo mayoritario de los filipinos.
De acuerdo con los datos oficiales, al menos 6.250 personas fueron abatidas hasta mayo del 2022 en operaciones policiales antidroga, una media de más de mil asesinatos extrajudiciales por año de mandato.
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