La crisis de los niños que cruzan ilegalmente a los Estados Unidos ha estallado súbitamente al saberse que ya suman más de 60 mil en los campamentos de detención y que su número crece por miles mensualmente.
Esta circunstancia se está manejando demagógicamente mediante campañas "pro inmigrantes" que manipulan la crisis con verdades a medias e información tergiversada. El ensayo que sigue de nuestro Corresponsal en Honduras enfoca con objetividad algunos aspectos de lo que está sucediendo, pero es pertinente subrayar la óptica del problema desde la perspectiva de la sociedad y la política estadounidenses.
En primer lugar, hay un hecho pragmático: Los menores que viajan solos y entran de forma ilegal (ya bien sea cruzando la frontera desde México o por otras vias), no tienen derechos legales para su permanencia en los EE.UU. Sólo tienen protección por los derechos humanos internacionalmente reconocidos y por la compasión de la sociedad a la que están afectando.
Es justo reconocer que el gobierno de EEUU ha tratado a los niños de forma especial a través de su historia. Evitan hacer pública su identidad para garantizar su privacidad y en los centros de urgencia habilitados (algunos en bases militares) se les cuida y se les atienden sus necesidades con esmero.
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