Mayo 23 (DPnet).– Tras el enfrentamiento público sobre una cuestión de derechos humanos entre el Presidente Trump y el Presidente Ramaphosa, de Sudáfrica, se ha desatado una nutrida campaña que abarca a la mayoría de los medios de prensa de Estados Unidos que califican a la acusación de que se está cometiendo un "genocidio" contra la población Afrikáner de Sudáfrica como una mentira del Presidente Trump. Sería más correcto argumentar que se trata de un error de semántica, porque la crítica razonable debiera ser que el término "genocidio" no se aplica en este caso y el Presidente, en su enfrentamiento público con el Presidente sudafricano, debiera haberse referido correctamente a actos de "represión" en su defensa a los derechos humanos en ese país. Es decir, se trata de una represión en la que los habitantes blancos de ese país no encuentran apoyo ni defensa de las autoridades cuando son agredidos y desposeídos de sus tierras.
La violencia constante contra los agricultores blancos es uno de los asuntos más polémicos que está afectando a la comunidad Afrikáner. Desde la conclusión del apartheid, se han reportado reiteradamente informes que indican que los homicidios en granjas han cobrado la vida de más de 3,000 agricultores blancos, en un número creciente en los últimos años que tiene un profundo impacto en la comunidad blanca. Estos ataques no son simplemente crímenes ocasionales sino que para muchos Afrikaners simbolizan una campaña orientada contra sus comunidades, cuyos miembros se han considerado como los custodios del legado agrícola de Sudáfrica. Es muy difícil compilar un número exacto de víctimas entre los agricultores Afrikáner que han sido asesinados en los últimos 30 años, en parte porque el gobierno sudafricano ha dejado de informar las estadísticas por separado y, en cambio, las agrupa con otros asesinatos cometidos en un país que está plagado de delitos violentos.
El lenguaje de odio que se está generalizando aumenta la percepción de vulnerabilidad entre los Afrikaners, en particular, la ejecución de canciones con el lema "Kill the Boer". Estas canciones apuntan directamente a los agricultores blancos con un lenguaje agresivo y deshumanizador, actuando como un incentivo para aquellos que intentan erradicar a los Afrikaner del país. Para las víctimas de estos excesos, estas melodías no son meramente expresiones de insatisfacción; sino que instigan a una violencia que pone en peligro tanto su vida como las vidas de sus comunidades. Además, no es lógico argumentar que se trata de una simple expresión cultural sin significativas consecuencias, porque el llamado a "matar al boer" se percibe como una incitación deliberada que amenaza a las familias Afrikáner.
La naturaleza brutal de los crímenes que se están cometiendo contra la comunidad Afrikáner, frecuentemente junto con la devastación de granjas e incluso la mutilación de seres humanos, fomenta una narrativa de victimización. Cada reportero que reporta los homicidios en granjas agudiza el temor de que las familias Afrikaners sean forzadas a abandonar sus hogares. Para quienes han laborado en estas granjas por generaciones, es inimaginable que les arrebaten sus tierras mediante la violencia o la expropiación.
La Expropriation Act de 2024 es presentada ostensiblemente por las autoridades como una simple medida destinada a reclamar tierras que "no están en uso". Sin embargo, el Presidente Cyril Ramaphosa ha declarado que es un proceso legal diseñado para promover el acceso equitativo a la tierra, lo cual implica una política expropratoria contra los que poseen amplias extensiones de terreno ganadero o de cultivo. Por lo tanto, la comunidad Afrikáner señala muchas instancias históricas donde se utilizó legislación similar para desplazar a agricultores blancos, argumentando que la retórica política actual, especialmente en las redes sociales, solo profundiza su sentido represivo contra la propiedad privada.
"No hay duda de que hay un genocidio en Sudáfrica", dijo el productor de maíz John Potgieter, haciéndose eco de las afirmaciones hechas por Trump (calificadas como falsas por amplios sectores de prensa) en sus ataques contra el gobierno sudafricano y sus políticas. Señalando un monumento cercano con los nombres de los agricultores muertos en ataques desde la década de 1960, el hombre de 31 años insistió en que la minoría blanca Afrikáner era un objetivo en el país de mayoría negra. "Obviamente, genocidio es una palabra amplia. No es un genocidio masivo como el Holocausto", admitió Potgieter.
Una tasa que promedia 75 homicidios por día es una de las sombrías estadísticas de Sudáfrica. Sin embargo, la mayoría de las víctimas de estos homicidios y asesinatos son jóvenes negros en zonas urbanas, aunque los ataques a las granjas son también una dura e innegable realidad.
Los expertos estiman que cerca de 100 granjeros son asesinados anualmente y el fantasma de una guerra civil está agitando a Sudáfrica. Las ventas de armas están aumentado notablemente en las áreas que han sufrido ataques a granjas, dijo Willem Jordaan, Jefe de Marketing de Dave Sheer Guns. Sin duda, esa es una clarinada de alerta.
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