La tragedia de los niños migrantes: Análisis de una crisis humanitaria

La crisis de los niños que cruzan ilegalmente a los Estados Unidos ha estallado súbitamente al saberse que ya suman más de 60 mil en los campamentos de detención y que su número crece por miles mensualmente.  Niños migrantes cruzando el Río Grande

Esta circunstancia se está manejando demagógicamente mediante campañas "pro inmigrantes" que manipulan la crisis con verdades a medias e información tergiversada. El ensayo que sigue de nuestro Corresponsal en Honduras enfoca con objetividad algunos aspectos de lo que está sucediendo, pero es pertinente subrayar la óptica del problema desde la perspectiva de la sociedad y la política estadounidenses.

En primer lugar, hay un hecho pragmático: Los menores que viajan solos y entran de forma ilegal (ya bien sea cruzando la frontera desde México o por otras vias), no tienen derechos legales para su permanencia en los EE.UU. Sólo tienen protección por los derechos humanos internacionalmente reconocidos y por la compasión de la sociedad a la que están afectando.

Es justo reconocer que el gobierno de EEUU ha tratado a los niños de forma especial a través de su historia. Evitan hacer pública su identidad para garantizar su privacidad y en los centros de urgencia habilitados (algunos en bases militares) se les cuida y se les atienden sus necesidades con esmero.

La carga a las autoridades de inmigración no se limita a este cuidado que incluye alojamiento, alimento y ropa sino que tienen la obligación de tratar de localizar a los padres con la presunta ayuda de los países de origen y con el objetivo de la reunificación familiar. Los críticos subrayan las deficiencias de esta actuación, pero olvidan convenientemente que han sido los propios padres los que han actuado irresponsablemente al enviarlos a una aventura peligrosa que a veces tiene resultados crueles.

Esta desproporción de responsabilidades está provocando un grave síndrome de irresponsabilidad por parte de padres que manipulan las circunstancias a las que someten a sus hijos para obtener ventajas inmigratorias para ellos en los Estados Unidos. Ellos son los únicos responsables de la crisis humanitaria que está sucediendo con estos niños, aparte de la responsabilidad política de gobiernos que mantienen a sus pueblos en la miseria en medio de una corrupción generalizada. No es exagerado afirmar que es criminal que haya padres que pongan a sus hijos en manos de los coyotes, o como ha sido en el caso de los cubanos, que los lancen al mar en una balsa.

Para los Estados Unidos esta es una responsabilidad onerosa e injusta, no sólo en lo económico sino en los aspectos morales y humanitarios. Es una tendencia insostenible para la cual deberán buscarse soluciones drásticas con los gobiernos responsables de la miseria de sus pueblos. Es una cuestión de exigir a los gobiernos que reconozcan y apliquen los derechos humanos de sus propios ciudadanos.

Reacción tardía en una gran crisis humanitaria que empezó hace casi tres años

por Ricardo Puerta

 En estos días la prensa ha estado destacando la entrada masiva en Estados Unidos de menores –niños, niñas y adolescentes centroamericanos-- sin un adulto acompañante y sin la debida documentación, que mantienen colapsados diferentes centros de detención de migrantes en Estados Unidos. Los menores del inédito éxodo salen de sus países de origen, hacen la travesía y entran a territorio norteamericano apoyados por coyotes.

Provienen de Guatemala, El Salvador y Honduras. Con esto demuestran que las fronteras terrestres entre los países del mundo son porosas en su mayoría. En este caso, la estadounidense por tierra con México, con 3,185 kilómetros de largo. Parece tener más huecos que un queso suizo, conocidos en la migración por “puntos ciegos”.

Este escrito informa con estadísticas válidas, descriptivas y actualizadas lo sucedido sobre lo anterior por país, año y durante el periodo 2009-2014. Se refiere a la inmigración de menores que ingresan en Estados Unidos, sin un adulto que los acompañe, ni tampoco con la debida documentación. Siguiendo instrucciones de los coyotes --y en muchos casos de sus mismos parientes-- una vez se encuentran en territorio estadounidense, se entregan a las autoridades migratorias de ese país, con la esperanza de que no los deporten y así poder reunirse con los familiares que ya se encuentran en los Estados Unidos.

El rompimiento de la unidad familiar es el costo mayor que paga el emigrado y su familia al dejar atrás Honduras. Ningún monto ni frecuencia de remesas paga por ese costo.

Cada inmigrante menor de edad que pasa la frontera de México a Estados Unidos le produce en promedio entre dos mil y cinco mil dólares a la “industria de trata”. En las rutas migratorias por tierra operan cientos de coyotes que trabajan enlazados hasta lograr pasar “al cliente” a Estados Unidos, aunque a veces esto se frustra porque un buen número de coyotes esta coludido con agentes del crimen organizado o de delincuentes comunes. Por eso los migrantes están expuestos a maltratos, robos, explotación laboral y sexual, extorsiones, secuestros, accidentes e incluso llegan a matarlos, si es que se resisten a hacer o pagar lo que le piden. Lo “nuevo y generalizado” desde el año 2012 en “la industria” de la migración por tierra hacia Estados Unidos es el tráfico de menores.

Lo sucedido por su volumen, grado de indefensión de las víctimas y “sorpresas” generan una crisis humanitaria de múltiples causas y consecuencias. Representa un serio desafío a los gobiernos involucrados. En la práctica exige de intervenciones inmediatas, tanto de Estados Unidos --país de destino-- como de los países donde proceden y por donde transitan los migrantes centroamericanos.

Lo conocido hasta ahora confirma el carácter integral, multinacional, regional y binacional que tiene como problema a resolver la masiva inmigración centroamericana y mexicana a Estados Unidos. Si se va a hacer una reforma migratoria, como la muy cacareada hasta ahora en Estados Unidos y que aún no se concreta, para ser efectiva tiene que ser completa, sistémica, con ejes efectivos, programas y proyectos de desarrollo y derechos humanos. Con esfuerzos conjuntos y coordinados entre las partes y actores del sistema, y no de parches pegados en etapas de largos años; como todavía exigen ciertas fuerzas políticas y sectores económicos norteamericanos.

¿De dónde salen los datos primarios para este artículo?

Las estadísticas aquí captadas por el autor del programa, “Choque de Opiniones”, originado en CNN en Español, día domingo 8 de Junio de 2014 y sintonizado de 6:00 a 7:00pm, hora de Honduras. Ione Molinares, periodista de CNN, presentó y moderó la discusión. El debate se encuentra copiado en un video titulado “Inmigración Infantil”, accesible en Internet: https://es-la.facebook.com/CNNChoque?filter=1

En el programa participaron 3 expertos que abordaron el tema desde diferentes perspectivas. Uno de ellos, Juan Carlos Hidalgo, del Instituto Cato, con sede en Washington D.C., es un competente profesional, nacido en Costa Rica, que se desempeña en el Instituto como Coordinador de Proyectos para América Latina.

El Instituto Cato es un centro de investigación y análisis, tipo “think tank” o de expertos investigadores y analistas, como se conoce en inglés. El Cato es de inspiración neo-liberal, de nuevo liberalismo o liberalismo tecnocrático. Realiza estudios de políticas públicas no partidistas. Fue fundado en 1977, con el propósito de ampliar los parámetros de discusión de las políticas públicas para promover en el mundo alternativas que sean consistentes con los principios de libertad individual, gobierno limitado, mercados libres y paz.

Durante el debate Hidalgo apoyó su presentación con datos generados por la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos. Hemos usado aquí esos datos y los hemos condensado en el Cuadro que sigue a continuación para usarlo como referente central de este artículo.

Menores inmigrantes a Estados Unidos desde Guatemala, Honduras y El Salvador

Para el sexenio – 2009-2014— de Guatemala procede el número mayor de inmigrantes menores de edad que ha llegado a Estados Unidos (27,579), seguido por Honduras (25,985) y en menor volumen por El Salvador (23,679). En base a esto, es falso que en el total (77,243) de menores llegados a Estados Unidos entre 2009 y 2014, la mayoría (27,579) provenga de Honduras, como aún repiten algunos medios de comunicación – digitales, televisivos, radiales e impresos -- y también líderes políticos, voceros y distinguido funcionarios del gobierno actual.

Durante el periodo examinado ha aumentado cada año el número de menores llegados a Estados Unidos procedentes de los 3 países mencionados, con excepción del año 2011 (3,933). El total de ese año muestra una leve disminución porcentual (11%) comparado con el total reportado (4,444) en el 2010.

En el sexenio observado se distinguen dos etapas, si nos fijamos en el marginal por año de las filas del Cuadro. Una etapa “Baja” de inmigración o desplazamiento, que cubre los tres primeros años del sexenio: 2009, 2010 y 2011. En cada año, el acumulado por los 3 países varía entre 3 mil y 4 mil menores inmigrantes, con un promedio de 3,893 inmigrantes por cada año del período.

En el sexenio también se evidencia una etapa de “Alta” de inmigración o desplazamiento – en los 3 años posteriores --2012, 2013 y 2014—para los tres países. Durante la etapa “Alta” el total por año duplica al menos el número de inmigrantes menores reportado para el año anterior. En el período, el salto mayor sucede en el 2014, cuando en solo los primeros cinco meses de este año, la Patrulla Fronteriza reporta un total (34,611), equivalente a dos tercios más (20,805) que lo informado para todo el año anterior 2013. Para los 5 meses del año 2014, lo reportado hasta ahora da un promedio de 6,922 por mes, 230 por cada día de los cinco meses.

De continuar el 2014 con la misma tendencia en lo que falta de año, el total de menores inmigrantes llegado a Estados Unidos de los 3 países centroamericanos, se anticipa fluctúe entre 70 mil a 90 mil, como han pronosticado ciertas fuentes autorizadas.

Singularidades por país

A continuación comentaré brevemente algunas singularidades por país que se derivan del Cuadro:

En la época de “Baja” -- propia del 2009 al 2011—corresponde a El Salvador, como país, haber contribuido en esa etapa con el mayor número de inmigrantes menores de edad con un total de 4,525, superando con ello a Guatemala (4,207) y a Honduras (2,959). Por lo tanto corresponde a Honduras ser el país que menos inmigrantes menores de edad envió a Estados Unidos en el trienio 2009-2011, mientras que Guatemala, queda en una posición intermedia entre El Salvador y Honduras, según el total reportado.

En la etapa “Alta” –que se extiende del 2012 al 2014-- suceden también dos singularidades relativas a Honduras. Es Honduras en esta etapa “Alta” el país que muestra el mayor número de menores indocumentados entre los 3 países analizados con 13,282 en los primeros cinco meses del presente año 2014. Equivale a un promedio de 2,656 por mes, unos 90 por cada día del periodo analizado. De continuar así para el resto del 2014, Honduras seguirá manteniendo el infortunado honor de ser el mayor contribuyente de menores indocumentados a Estados Unidos, entre los 3 países centroamericanos analizados entre el 2009 y final del 2014.

En este punto del artículo cabe explicar las causas y efectos de las tendencias y singularidades antes mencionadas. Pero por razones de espacio no lo haremos aquí. Dejando pendiente la invitación para que los pocos que nos dedicamos a esto en Honduras, lo hagan desde sus respectivos trabajos en la academia, medios de comunicación, iglesias, ONG, sector público, etc.

Conclusión

Quisiera cerrar con una pregunta. Si la inmigración masiva de menores indocumentados desde Guatemala, Honduras, El Salvador y México hacia Estados Unidos era conocida desde el 2012… ...¿por qué los gobiernos afectados, Estados Unidos --que tenía los datos-- Honduras y otros-- esperaron llegar a la crisis humanitaria actual, cuando los problemas se han complicado y abultado más, siendo ahora menos manejables y posibles de resolver a corto y mediano plazos?

Me queda un consuelo: es mejor tarde que nunca.  

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