
154 casos en 2019; en 44 de ellos las víctimas son mujeres.
En Cuba hablar de violación a la libertad de prensa resulta un contrasentido; no se puede violar lo que no existe.
Desde la salida del primer número del primer periódico surgido en Cuba, “Papel Periódico de la Havana”, el 24 de octubre de 1790, hasta que el Estado comenzó, en 1960, a controlar la prensa, en un primer tiempo, y luego a tener todos los medios bajo propiedad absoluto del Partido Comunista, nunca antes había estado tan huérfana de libertad.
Este no es un escenario para nada extraño. El régimen tiene una escencia de violencia e irrespeto a derechos humanos fundamentales. Partido político único, no separación de poderes, segregación política, instrucción ideológica en todos los niveles del sistema educacional, control y manejo de las finanzas y la economía, casta en el poder durante más de seis decenios, fuerzas armadas y represivas que responden a esa casta, Policía Política que vigila y persigue a todos los que se atreven a plantear su desacuerdo con ese estado de cosas; algo con esas características, totalmente antidemocrático, no puede tener prensa, solo tiene órganos de propaganda política.
Un régimen así, es debil, tiene miedo. Y trata de impedir a como de lugar que se opine y se divulgue sobre sus desaciertos, fracasos, injusticias, crimenes, incapacidades, sus mentiras, los privilegios inmerecidos, la tergiversación de la historia, las necesidades de la población, la decadencia social, el asesinato de los sueños y esperanzas, la brutal herida al orgullo nacional y personal.
Dentro de esas realidades la agresión a la prensa alternativa es una prioridad. A los efectos, la Policía Política arremete contra los periodistas independientes de forma casi constante.
LO OCURRIDO
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