Este fin de semana fue gran noticia la llegada a Madrid, en calidad de exiliado político, de Edmundo González Urrutia. Se trata del candidato presidencial opositor que, según las únicas actas publicadas hasta el momento, triunfó por amplísimo margen en los comicios celebrados en Venezuela el pasado 28 de julio.
Han trascendido detalles diversos. Según ellos, el prominente político estuvo refugiado en la Embajada de los Países Bajos en Caracas desde el 29 de dicho mes; o sea, desde el día que siguió a la votación. El pequeño gran país habría ofrecido acoger en su territorio al Presidente Electo, pero este prefirió España para aprovechar los mayores vínculos con los cuales cuenta en la Península.
El propio exiliado emitió este lunes un comunicado en el cual plantea que la partida de su Patria debe ser evaluada como “un gesto que tiende la mano a todos”; también habló de construir “una etapa nueva para Venezuela”. Describió la libertad de los que están presos por haberlo apoyado como su “gran prioridad” y como una “exigencia irrenunciable”. Su comunicado contiene asimismo un llamado a la “política del diálogo”.
Las reacciones a la noticia han sido diversas y a menudo contradictorias. En Diario de Cuba, por ejemplo, el título de un trabajo periodístico firmado por Salvador Bracho y publicado este lunes, formula una afirmación que, de ser cierta, entrañaría consecuencias favorables para la dictadura madurista: “El destierro de Edmundo González es una derrota de la oposición, consideran analistas”.
Tiene un sentido opuesto lo expresado por la Plataforma Unitaria Democrática (PUD) a través de la red X (antes Twitter). Según comunicó el domingo esta coalición (que arropó y condujo a la gran victoria electoral de González Urrutia), la expatriación del candidato triunfador era “necesaria”. Y precisó: “Resulta estratégico, para preservar la voluntad popular que él hoy representa, mantenerlo en libertad y con plena capacidad de movimiento”.
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