Miguel Díaz-Canel arropó a Vladímir Putin, recién confirmado presidente de la Federación de Rusia por quinta ocasión, durante las festividades por el Día de la Victoria en Moscú, el 9 de mayo. Raúl Castro expresó su tradicional admiración por la Unión Soviética y sus continuadores gracias a su enviado especial, portador de una misiva a Putin.
El gran oso de San Petersburgo no podía contar con los estadistas mundiales en la gran tribuna para presenciar su desfile militar. Ni siquiera los supuestos incondicionales como Nicolás Maduro aportarían suficiente confiabilidad o disposición para acompañarlo y hubieran desviado la atención internacional, que él se propuso acaparar.
El gobernante cubano descolló entre los dictadores de Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán y Armenia, que, junto a Rusia, integran la Unión Económica Euroasiática, de la cual Cuba es país observador.
Las conversaciones privadas entre ambos gobernantes podrían redundar en la ejecución más expedita de los compromisos rusos, especialmente el envío de petróleo a la Isla y las inversiones priorizadas en la agricultura, la biotecnología, el transporte y el turismo. Sin embargo, la energía eléctrica debería tener la máxima prioridad, con la construcción de nuevas plantas para sustituir las añejas y colapsadas luego de casi 40 años de funcionamiento en su mayoría. Díaz-Canel dejó atrás un país parcialmente apagado de seis a 12 horas diarias.
- Hits: 133