Un modelo sindical en agonía
No es un secreto que el movimiento sindical está inmerso en una profunda crisis. Lo que fue un instrumento de liberación para la clase trabajadora, es ahora en general, una organización débil, poco representativa y sobre todo, con poca credibilidad en el mundo del trabajo y de escaso peso en las sociedades donde actúa.
Durante largos años se sostuvo un debate al interior de la conducción del movimiento sindical, sobre su metodología de acción. Una tendencia defendía el denominado sindicalismo de “negociación”, afirmando que lo importante era obtener resultados, calificándose de realista, mientras sus adversarios les denominaban conformistas. En América Latina ese modelo sindical lo auspició la Organización Regional Interamericana de Trabajadores, ORIT, muy influenciado por las organizaciones sindicales que conformaban la AFL CIO en USA, que proclamaban el denominado sindicalismo de pan y mantequilla. Otra tendencia planteaba el sindicalismo de “clase”, fundamentalmente los que se adherían a organizaciones controladas o influenciadas por el pensamiento marxista leninista, quienes insistían en afirmar que la combatividad era el arma para obtener cualquier reivindicación. En realidad al final del camino, cualquiera fuese el método, se imponía la negociación. Pero los medios de acción son importantes, pero no constituyen el problema de fondo. La crisis es de un modelo que ha sido incapaz de asumir los profundos cambios que se han producido en el mundo del trabajo. Un modelo que ha querido renovarse e innovarse, para encarar los nuevos desafíos que hoy le presenta un mundo cambiante en forma acelerada.
Una suma de factores
El mundo del trabajo ha sufrido profundos cambios. Entre los mas importantes destacamos, los avances científicos y tecnológicos y la implementación de políticas neoliberales que consideran como mejor sindicato el que no existe, en el marco de la denominada globalización, logrando importantes modificaciones en las legislaciones laborales, en detrimento de viejas conquistas de los trabajadores. Los resultados han sido la precarización del empleo, donde se llegan a pactar contratos de trabajos por pocas horas en la semana o al mes, el crecimiento del desempleo, pero sobre todo, la incapacidad del sindicalismo tradicional para organizar e incorporar a sus filas, a nuevos sectores de la clase trabajadora, quedándose en el estrecho marco del cada vez mas pequeño segmento de los trabajadores asalariados.
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