Feb.25 (DP.net).─ La Iglesia Católica y otras iglesias cristianas sostienen múltiples obras caritativas en todo el mundo con la participación de decenas de miles de misioneros que entregan su vida en servicio de los demás, sobre todo de los más necesitados. En algunos casos entregan sus vidas literalmente y en otros sufren vejaciones y violaciones de sus derechos humanos más básicos. Empero, la vocación de ayudar al prójimo es más fuerte que todos los peligros.
Una de las tragedias más recientes que involucran a estas misiones cristianas se está desarrollando en Malí, un país aledaño a Níger y Nigeria, donde en este último hace ya demasiados meses un grupo de colegialas fue secuestrado por jihadistas, la mayoría de las cuales nunca lograron escapar ni ser rescatadas.
La espantosa amenaza del jihad islámico se ha extendido por todo el Norte de Africa y ha llegado hasta el África central y algunas zonas de Africa Sudoriental. Este nuevo suceso terrorista afectó a misioneras Franciscanas de María Inmaculada. Las misioneras de esa comunidad de hermanas Franciscanas han mantenido actividades en Malí desde 1996. Aunque Malí es un país predominantemente musulmán, su labor es apreciada y reconocida por las autoridades locales, lo cual no es de extrañar, porque atienden a húerfanos desde que nacen hasta los 2 años y ayudan a casi 400 mujeres todos los años en talleres de costura y alfabetismo.
Hasta hace poco, la superiora de esa comunidad era la hna. Gloria Cecilia Narváez Argoti, sobre la cual otra hermana, Normi Quesada, dice que ella que “es una mujer muy entregada, una educadora que sabe ver cuáles son las necesidades de las personas". Y en estos momentos, la hna. Cecilia está desaparecida, en manos de los jihadistas. Veamos la historia que nos cuenta la hna. Clara Natalia Vera Espinosa:
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