En el video que circuló se ve cómo el opositor es atacado por grupos que, según la información difundida en las redes sociales, pertenecen al chavismo
Cojedes, Jun.12.– El opositor venezolano Juan Guaidó fue sacado de un local en San Carlos, estado Cojedes con empujones e insultos. El momento quedó registrado en videos que se han viralizado en las redes sociales.
Este sábado, el dirigente político realizaba una gira por la entidad llanera. Sin embargo, su recorrido lo empañó este hecho de violencia, similar a lo ocurrido hace una semana en un acto que hizo en el estado Zulia.
Las democracias occidentales se han unido, en gran medida, para defender Ucrania, y las instituciones de la libertad, contra el totalitarismo putiniano.
Lo curioso, sin embargo, es que semana tras semana, mes tras mes, somos testigos de la incapacidad de defenderse puertas adentro, al interior de sus sociedades, de los crecientes ataques del enemigo, y de ganarse las voluntades de las mayorías ciudadanas.
En el caso latinoamericano, los datos están a la vista de todos; hace unas semanas en Casa de América de Madrid, Marta Lagos, directora de la Corporación Latinobarómetro, con décadas realizando encuestas en América Latina sobre el estado de la democracia, de sus instituciones, del bienestar o malestar ciudadano, advirtió:
“Estamos en un momento crítico, donde uno de cada dos latinoamericanos quiere que alguien resuelva sus problemas, aunque pase por encima de la ley. La amenaza no son los militares, sino el populismo”. Aseguró asimismo que América Latina se encuentra en un momento “preexplosivo”, en el que la disposición de la gente a protestar alcanza el 60 por ciento.
Según el Latinobarómetro, “la opinión pública sobre la democracia está en decadencia, pues tan sólo el 48 por ciento de la población apoya el actual modelo de democracia y un 95 por ciento de los latinoamericanos encuestados opinan que su democracia no es plena”.
Caracas, Jun 1.– Hace muchos años Venezuela evocaba entre los latinoamericanos la esperanza de una vida mejor. Entre la década de 1960 y mediados de la de 1990 tenía sentido una canción como la de Los caminos verdes, de Rubén Blades, que hablaba de personas que van “cruzando la frontera/pa’ salvarme en Venezuela”. Hoy son los venezolanos los que cruzan los “caminos verdes”.
Si alguna imagen evoca ahora el país, es la de los millones de migrantes que en autobús o a pie, recorren la distancia entre sus casas y el lejano Chile, o puntos intermedios como Colombia, Ecuador y Perú. Según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), en los últimos años han salido de Venezuela unas seis millones de personas, lo que la convierte en la segunda crisis migratoria más grande del mundo, después de la de Siria.
Las mochilas y las gorras que portan los migrantes nos pueden dar unas pistas sobre la naturaleza de lo que esas personas representan: las primeras son recuerdo de las políticas sociales del chavismo, cuando se repartieron gran cantidad de útiles escolares, libros, laptops y morrales con colores patrios en las escuelas. Las segundas recuerdan las intensas manifestaciones políticas en las que ambos bandos usaron los colores de la bandera. Pocos podrían haberse imaginado que aquellas mochilas servirían como bagajes para huir de la ruina que, en gran medida, aquel gasto a manos llenas generó.