Dos destacados latinoamericanos, José Manuel Vivanco, Director para las Américas de Human Rights Watch, y Andrés Oppenheimer, columnista del Miami Herald, salieron en apoyo de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de la OEA, en dos contundentes artículos (DD.HH., Insulza, Brasil y Alba; y La ofensiva contra los derechos humanos).
La Comisión ha desempeñado un rol importante en la defensa de los derechos humanos y las libertades públicas en la región y ha logrado importantes avances, entre otros, la despenalización de calumnias e injurias y la derogación del desacato, la anulación de leyes de amnistía, el acceso a información de interés público y la derogación de normas discriminatorias.
Realmente es sorprende que el secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, no haya hecho una defensa similar y que por el contrario haya apoyado reformar el estatuto de la Comisión en áreas clave para la protección de los derechos humanos como son las intervenciones urgentes de la Comisión, la tramitación de casos y los informes de países.
La Comisión ha tocado los intereses de gobiernos hipersensibles a la crítica (Bolivia, Ecuador y Venezuela) que tienen propensiones y récords autocráticos, que se consideran con el peso para no tener que rendir cuentas de sus políticas o prácticas a un órgano regional y que pretenden limitar las atribuciones de la Comisión. Como señala Vivanco no es sorprende que los gobiernos del Alba estén complacidos en participar en un proceso de reforma de la Comisión y su Relatoría aunque sí sorprende que Brasil apoye esta estrategia porque la Comisión tuvo la insolencia de solicitarle información sobre el impacto de un proyecto hidroeléctrico para comunidades indígenas.
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