El pasado 16 de febrero la Asamblea General de las Naciones Unidas --por 137 votos a favor, 12 en contra y 17 abstenciones-- condenó enérgicamente la continuación de las violaciones generalizadas y sistemáticas de los derechos humanos por parte de las autoridades sirias e hizo un llamado tanto al Gobierno y como a los grupos armados para detener toda violencia y represalia.
De los 12 votos contra la resolución, 5 provinieron de los países miembros del ALBA (Bolivia, Cuba, Ecuador, Nicaragua y Venezuela) que se unieron a Bielorrusia, Corea del Norte, China, Irán, Rusia, Zimbabue y, por supuesto, Siria.
La adopción de la resolución preparada y propuesta por la Liga Árabe también expresó su profunda preocupación por el deterioro de la situación en Siria, y condenó la violaciones llevadas a cabo por las autoridades, tales como el uso de la fuerza contra la población civil, el asesinato y la persecución de los manifestantes y los periodistas, la violencia sexual y el maltrato, en particular de los niños.
La Asamblea solicitó al Gobierno de Siria que cumpla con sus obligaciones bajo el derecho internacional, y exigió que el Gobierno, sin demora, detenga toda la violencia y proteja a su pueblo, libere a todos los detenidos durante los disturbios, retire todas las fuerzas armadas de las ciudades y pueblos, garantice las manifestaciones pacíficas y permita el acceso sin obstáculos a los monitores de la Liga Árabe y los medios de comunicación internacionales.
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