- “Saber siempre es bueno. Abrir la Stasi fue una bendición (...) en democracia, todas las víctimas de una dictadura tienen derecho a la información [verdad], a la persecución de los autores de los crímenes cometidos [justicia], y a una indemnización [reparación]".- Wunschik
- La policía política de la Alemania comunista contaba con un ejército de delatores y esbirros
Mayo 14.─ Tobias Wunschik (Hannover, Alemania, 1967), investigador del archivo de la Stasi, maneja 150 kilómetros de documentos; 40 millones de fichas individuales; 1,7 millones de fotografías. Tiene en sus manos las vidas personales de miles de ciudadanos que 265.000 concienzudos espías (funcionarios y soplones) controlaron durante años con el fin de localizar a cualquier disidente. “Estamos en todas partes” era, precisamente, el lema de la policía secreta de la extinta República Democrática Alemana (RDA).
El descomunal archivo sigue sorprendiéndole. Un estudio suyo reveló que Alemania Oriental vendió sangre de presos a Occidente para conseguir divisas y ahora termina un análisis sobre grandes empresas que se beneficiaron del trabajo de presos políticos —cerca de 270.000— de la RDA. Ikea pidió perdón por ello públicamente en 2012. Wunschik sigue abriendo informes que no ha visto nadie más que él y el espía que los redactó, pero explica que lo más gratificante de su trabajo es “poder devolver a alguien una parte de su propia historia; como las cartas que escribió a familiares, amigos, parejas... y nunca llegaron a su destino porque la Stasi las interceptó”.
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