El Holocausto es quizás el hecho más cruel y espantoso de los tantos que arrojan sombras ominosas que opacan la historia de la humanidad. No obstante, hay muchos otros episodios execrables de genocidio y limpieza étnica que han quedado impunes en lugares muy diversos que son apenas recordados y quedan sepultados en resquicios ignorados de la historia reciente.
Entre ellos destacan los episodios ocurridos (algunos de los cuales siguen ocurriendo) en Corea del Norte, Cambodia, Darfur, Armenia, Rwanda y, en menor medida numérica, pero con igual crueldad e impunidad, en Cuba y Venezuela.
Entre todos los episodios prácticamente olvidados y sepultados en la historia reciente, está uno que debiera estar bien presente en la memoria de la humanidad para que se proclame con la clarinada del "¡Nunca más!" que ha resonado con indignación en otros casos. Se trata del "Holodomor", donde encontraron la muerte por inanición –o por represalias a quienes se atrevieron a sublevarse– entre 4 y 7 millones de ucranianos a partir de 1932, a lo largo de esa trágica década. La cifra no es exacta ni aproximada porque los soviéticos se cuidaron mucho de tratar de borrar todos los rastros de esa historia, la cual, sin embargo, brotó a la luz de un mundo horrorizado cuando recién se había derrumbado el imperio soviético en 1991. Y fue con esa base que el abogado estadounidense Samuel Totten y el historiador australiano Paul R. Bartrop revelaron en detalle este genocidio en su libro Genocide Studies Reader.
"Holodomor" es una palabra ucraniana que significa literalmente "matar de hambre" mediante un programa diseñado por el Estado soviético que provocó una espantosa hambruna siguiendo las órdenes estrictas de Stalin, las cuales tenían una doble finalidad: 1) eliminar físicamente a los campesinos que se resistían a las colectivizaciones forzosas de sus tierras, sobre todo a los "kulaks", pequeños propietarios de tierras y ganado; y, 2) reprimir cualquier síntoma de rebrote del nacionalismo ucraniano.
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