- La criminalización de expresiones racistas o xenófobas, nacida durante el auge del nazismo, divide aún hoy al país nórdico.
- La UE quiere ahora que todos sus miembros cuenten con leyes para penalizar este tipo de discurso
- Los castigos suponen el triunfo de los radicales, según un abogado
- Cuando la ley penaliza la verdad que no es políticamente correcta <◄ pulsar aquí
Copenhague, Enero 31.─ Llamada oculta. Al otro lado del teléfono suena una voz muy grave, fuerte, de un hombre con un inglés de ligero acento escandinavo. "Soy Lars Hedegaard, creo que querías hablar conmigo". Verse no es posible. Ni se encuentra en Copenhague ni puede dar su paradero al estar bajo protección policial. Hedegaard, historiador y periodista danés de 74 años, es un reconocido y duro crítico del islam. Le grabaron en su casa, sin previo aviso según defiende, diciendo cosas como que en las familias musulmanas, las niñas eran violadas por padres, tíos y sobrinos. Por esto fue multado en 2011 con unos 700 euros. Recurrió y un año después fue absuelto por el Supremo danés, pero su imagen quedó ya como la del gran condenado en Dinamarca por las leyes contra el discurso de odio. Y una cosa más: el 5 de febrero de 2013 sufrió un intento de asesinato en su domicilio por un individuo miembro hoy del Estado Islámico.
Hedegaard, según él mismo dice, no cambiaría nada de esa u otras críticas que ha hecho de la religión que practican alrededor de un 4% de los daneses. Ahí va otra: "El islam", señala al teléfono, "no es una religión sino una ideología totalitaria".
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