Nunca antes «Formato del Futuro» dispuso de estos razonamientos para cederle espacios, como de la diversidad de apreciaciones relacionadas con el hecho del análisis que, semana a semana, se hace presente en este espacio periodístico. Pero se ha dado. Y, si se quiere, se ha manifestado al acercamiento de un hecho que, poco a poco, ha venido construyendo pensamientos, sentimientos, pero, además, de la multiplicación de puntos de vista con respecto a la ventaja colectiva de lo que significa formar juicio de valor, acerca de lo que habrá de suceder en los próximos días en la Venezuela del despertar político.
Afortunadamente, los pueblos no tienen una paciencia infinita, ni tampoco son capaces de soportan el hambre, el empobrecimiento, la opresión y la violación de los derechos humanos permanentemente, y sin que tales sucesos, «al final del camino», dejan sentir sus sentimientos, reclamos, molestias y demanda de derechos.
¿A qué se debe lo expuesto?. Sin duda alguna, al motivo que hoy provoca razonamientos, reclamos, alertas inteligentes. Así como a otras causas entre las que sobresale un elemento que, poco a poco, se suma la voz de aquellos que se cansaron, hasta convertir tal sentimiento en alto tono de voz que clama por justicia.
El caso venezolano es muy particular. Y lo es por su condición de ser un país petrolero, con enormes reservas de hidrocarburos, una localización geográfica privilegiada y ciertas posibilidades de producir todo tipo de energía. Además, lo ha hecho con acceso sin limitaciones ni peligros a todos los mercados del mundo occidental. Pero, además, de haber sido un país calificado como el suplidor más confiable para las principales potencias del mundo libre y democráticas.
Por supuesto, tal hecho no fue un accidente. Fue, sí, una condición que luego pasó a ser fama y prestigio convertido en principal proveedor de energía durante la Segunda Guerra Mundial, y de todos los conflictos bélicos y políticos subsiguientes. Obviamente, un pueblo que, hasta hace apenas 25 años, estaba catalogado como el más prospero y rico del Continente Latinoamericano, y que en tan corto tiempo fue destruido, para luego pasar a ser el más pobre, además del más sufrido por una migración o una diáspora de casi un cuarto de su población, puede convertirse en causa de preocupaciones y alertas.
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