En los últimos tiempos, el interés de la opinión pública ha estado centrado en los sucesos de la República de Venezuela. Es que en menos de dos semanas, el día 28 de este mismo mes, los ciudadanos del hermano país están convocados a participar en las elecciones generales. En ellas será electo el Presidente que estará al frente de la Nación durante el próximo sexenio.
Cada vez que surge este tema, no puedo evitar comparar las situaciones diferentes que, en ese contexto, confrontamos los venezolanos y nosotros los cubanos. En Cuba, el cerebro fértil del instaurador de la actual dinastía, tras mantener un régimen de facto durante la friolera de 18 años, estableció un sistema electoral que sólo permite a los ciudadanos escoger al concejal que los representará a nivel municipal.
Otros 16 años más tarde, para resultar un poquito más presentable ante la opinión pública internacional, el dictador hizo reformar la Constitución para establecer la votación directa por los diputados. Pero el sistema establecido es tramposo. Fueron creadas también unas “comisiones de candidaturas” designadas desde el Poder. Estas garantizan que todos los nominados sean castrocomunistas incondicionales. Como, además, el número de los postulados es igual al de las curules a cubrir, se garantiza que todos y cada uno de aquellos resulten “electos”. Para colmo, la Ley prohíbe la realización de campañas electorales, de modo que los ciudadanos votan sin saber qué medidas propugnarán los escogidos…
Otros derroteros
La Patria del Libertador (y también otros países del llamado “socialismo del siglo XXI”) ha seguido otro derrotero. Como en ellos los rojillos llegaron al poder no a tiros, sino con votos, se acepta en principio la existencia de partidos de oposición legalmente inscritos, candidaturas alternativas con programas diversos y campañas electorales.
Es verdad que, como se trata de países que están bien lejos de ser verdaderas democracias (y Venezuela es ejemplo destacado de ello), los procesos adolecen de toda especie de vicios y corruptelas. Las arbitrariedades y los abusos diversos se suceden, y es raro el día en que en la prensa no oficialista (que es la que informa al respecto) no aparece alguna denuncia sobre una nueva tropelía más de los “socialistas” en el poder.
Por ejemplo, en el sitio-web maduradas.com (que, como resulta evidente, toma su nombre de las inagotables ocurrencias del actual presidente chavista), este martes vemos informaciones como las siguientes: detención de decenas de opositores; un chofer que trasladó a la lideresa María Corina Machado vio cerrados sus negocios; un alcalde del Estado Guárico destituido por coordinar la campaña del principal candidato opositor; restaurantes clausurados tras prestar servicios al propio Edmundo González Urrutia y María Corina…
Las elecciones
En cuanto a los millones de ciudadanos que se han radicado en el extranjero huyendo del desastroso socialismo burocrático (y a los que —una vez más, a diferencia de Cuba— el chavismo les reconoce en principio el derecho a votar), tendrán que quedarse sin hacerlo. El régimen, que sabe que ellos se oponen en masa a Maduro y su cuadrilla, no ha creado condiciones para que ejerzan el derecho que les reconoce la Constitución.
En el ínterin, los medios nacionales de difusión masiva, que tras un cuarto de siglo de chavismo están controlados en su gran mayoría —no en su totalidad, como en Cuba— por el régimen, dan a la campaña electoral una cobertura (de algún modo hay que llamarla) sesgada y unilateral. Al verlos, cualquiera pensaría que en el país hay un solo candidato, nombrado Nicolás Maduro Moros…
Por supuesto que, en vista de esas injusticias, muchos piensan que, al cifrar las esperanzas de cambio en el venidero día 28, la oposición venezolana yerra. Otros muchos (entre los que me cuento) discrepan de ese enfoque. Es la postura que ha puntualizado María Corina, al señalar “las 5 tareas que todos los venezolanos deben cumplir” esa fecha tan especial.
Entre ellas, en un suelto que publicó el mencionado diario opositor este martes, la lideresa menciona: llevar el celular con carga suficiente, acudir a hacer la cola llevando café, agua, comida (o dinero para comprarlos) y un banquito, cuidar el centro electoral en familia (turnándose con familiares y amigos), participar en el escrutinio (que es público) a partir de las seis de la tarde (“papelito por papelito”).
El campo madurista
En el campo madurista también están aflorando contradicciones similares a las antes señaladas. Hace unos días, quien probablemente sea el más repulsivo e impresentable de los cabecillas chavistas (el teniente Diosdado Cabello), en respuesta a unas declaraciones del canciller colombiano (que habló de “transición en Venezuela”), le respondió de forma tajante en su programa televisivo: “La única transición que viene es (…) al socialismo”.
Pero en sentido opuesto se pronunció este martes otro gobiernista destacado: Freddy Bernal, gobernador del importante Estado Táchira. Previendo un posible resultado adverso el venidero 28, el dirigente aludió a cómo actuaría el chavismo en ese nuevo papel: “¿Nosotros la oposición! Con la Asamblea Nacional, con 20 gobernaciones, con 220 alcaldías, con el Poder Popular… Yo me imagino cómo será Freddy Bernal en la oposición. ¡Ay, Dios mío Santísimo!”. Sí, Bernal ironizó, pero, acostumbrando a esa idea a las bases de su bandería política, no excluyó su derrota electoral.
En el ínterin, hace unas semanas se anunció el reinicio de conversaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Venezuela. Parece razonable pensar que, al reacometer ese diálogo, el Palacio de Miraflores esté ensayando otra vía dirigida a crearse condiciones favorables para dentro de una docena de días…
En resumidas cuentas, ya falta bien poco para que salgamos de dudas.