Una reforma estructural de los impuestos, sobre todo cuando se aplican a las empresas, puede aumentar los ingresos fiscales a corto plazo, pero a mediano y largo plazo inhiben el empleo y el crecimiento y terminan con una menor recaudación. Un aumento excesivo de los impuestos pasa por alto que la principal fuente de inversión, empleos y crecimiento son las ganancias de los accionistas de las empresas y de los pequeños propietarios. Un aumento desproporcionado reduce los ingresos disponibles para la creación de empleos productivos y el crecimiento de la actividad económica. La "traslación fiscal" implica que un aumento importante de la carga impositiva redunda en un aumento de los precios y la subsecuente inflación. Si las empresas no pueden aumentarlos, reducen su crecimiento, que es la principal fuente de empleos y producción. La llamada "Curva de Laffer" enseña que un aumento de impuestos más allá de ciertos límites no implica un incremento equivalente en la recaudación y llega el momento en que a mayores impuestos menor recaudación. Una economía que crezca al 6% con impuestos bajos recauda más que otra que crezca al 2% con el doble de tasas de impuestos.
El programa impositivo de Biden
por César Vidal
Al final, se habrá dado un paso de gigante hacia el socialismo, precisamente el mismo que describieron Marx y Engels y que viene propiciado por privar a los ciudadanos de sus rentas para emplearlas en gastos estatales, por aumentar cada vez más los impuestos y por ir gravando las herencias hasta que, al cabo de los años, en muchos casos ya no resulte rentable recibirlas como, por cierto, sucede en algunas naciones de la Unión Europea como es el caso de España.
Corría el año 1847, cuando en el curso del congreso de noviembre-diciembre, la Liga de los comunistas encomendó a Karl Marx y Friedrich Engels la redacción de un documento programático. El momento parecía el más adecuado para dar ese paso ya que, sobre todo, Alemania daba la sensación de estar crecientemente madura para la revolución. En el verano de 1844, se había producido una insurrección de tejedores en Silesia. Ese mismo año comenzaron las malas cosechas que se extendieron hasta 1845. Durante 1845 y 1846, se sufrió una plaga que afectó especialmente la patata, el alimento básico de los obreros. En agosto de 1846, la población de Colonia se enfrentó con la guarnición y en 1847, estallaron revueltas causadas por el hambre en Berlín, Ulm y Stuttgart. El texto salido de la pluma de Marx y Engels recibiría el nombre de El Manifiesto Comunista y tendría un éxito extraordinario. Personalmente, estoy convencido de que es lo más que han leído de Marx los que se confiesan como fieles marxistas. Mentiría si dijera que no lo comprendo. Marx es lectura más que interesante, pero considerablemente difícil. Pero volviendo al Manifiesto hay que decir que, de manera bien reveladora, las medidas que debían adoptarse para facilitar el triunfo de la revolución comunista incluirían la expropiación de la propiedad territorial y aplicación de la renta a los gastos del Estado, los Impuestos fuertemente progresivos y la abolición de la herencia.
Para Marx y Engels, resultaba obvio que el avance hacia el socialismo tenía que ir de la mano de ataques contra la propiedad privada como sería privar a los ciudadanos de sus rentas para emplearlas en gastos estatales, como sería aumentar cada vez más los impuestos y como sería ir gravando las herencias hasta que no resultara rentable recibirlas. La finalidad de estas medidas no sería, aunque pudiera afirmarse, la mejora de la situación de los menos favorecidos mediante un reparto de riquezas. La finalidad sería un cambio de la estructura social que abriera las puertas al socialismo. Privadas de sus rentas, las clases ricas se debilitarían y las medias se verían empobrecidas sumándose a las filas del proletariado, un proletariado que impondría su dictadura camino de la implantación del socialismo.
- Hits: 5111