El 2017 ya se marcha y el pueblo cubano es más pobre y menos libre que al iniciarse el año en enero pasado. La mayor parte de los cubanos no tienen nada que celebrar en estas fiestas navideñas y sí de qué preocuparse. Saben que 2018 será aún más difícil si no ocurren los cambios imprescindibles que no se atisban por ahora.
El dictador se ha empecinado en dejar el peor recuerdo posible de su persona como jefe de gobierno. Se dispone a entregar su cargo de presidente dentro de dos meses y lejos de aflojar la mano la aprieta cada vez más. Torna más dura la vida de los cubanos.
El general Castro no solo no hizo las “reformas” que muchos esperaban de él, sino que los muy escasos e insuficientes cambios realizados han sido congelados, revertidos, o pospuestos sin fecha prevista. Sin duda Castro II desprecia a su propio pueblo, y muestra a la vez su ineptitud como dirigente político.
La represión sigue. La pobreza y la subalimentación de la población se agravan. Bajan las exportaciones pues el país produce cada vez menos. Se mantiene la recesión económica derivada de la obsolescencia del sistema, así como de la crisis venezolana.
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