El presidente venezolano está atrapado entre la presión externa y sus urgencias financieras
El gobierno apostó a que Vladimir Putin lo rescataría, asociando a la petrolera Rosneft con PDVSA
Abr. 4.─ En el principio, en Venezuela, fue el petróleo. También está detrás el golpe que dio Nicolás Maduro a través del Tribunal Supremo. La principal motivación coyuntural para arrebatar atribuciones al Poder Legislativo fue la crisis terminal de la petrolera PDVSA. Maduro necesita doblegar la resistencia de la Asamblea Nacional a aprobar la asociación de esa empresa con compañías extranjeras para explotar yacimientos del Orinoco. PDVSA está al borde de la cesación de pagos. Si ese colapso se produce, la suerte de Maduro estaría echada. La asonada fue un nuevo paso del chavismo hacia la radicalización definitiva. Pero para entenderla hay que advertir que, desde el punto de vista económico, la dictadura ha quedado acorralada.
Si el avance sobre la Asamblea fuera insuficiente para probar la subordinación del máximo tribunal al Poder Ejecutivo, el sábado ocurrió una demostración más contundente. Los magistrados volvieron sobre sus pasos a gran velocidad apenas un Consejo de Seguridad, encabezado por Maduro, les dio la orden. Así y todo, el presidente acusó a “sectores apátridas” de presentar una imagen deformada de la institucionalidad venezolana.
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