He estado pensando… (137)

Padre Alberto ReyesHe estado pensando en realidades que me hacen pensar

Desde que cometimos el error de dejarnos seducir por la palabra “Revolución”, hemos aprendido a convivir con infinidad de situaciones: escasez, hambre, impotencia, represión, miedo, frustración…

 Nos hemos hecho expertos en acomodarnos a todo, y tal vez por eso ahora estamos aprendiendo con tanta facilidad a convivir con la muerte. Estamos muriendo. Cuba se ha convertido en una isla de calles podridas, donde la basura se acumula ya sin escrúpulos, y desde esas calles infectas se ha desplegado una miríada de enfermedades tan evitables como transmisibles. Dengue, zika, chicungunya, arbovirus… ¿qué más da?

Pero hay una realidad, hay gente muriendo, mucha gente muriendo, en silencio, en el anonimato, bajo nuestra mirada impotente, acostumbrada ya a todo, y también bajo la desidia y la inactividad de un Gobierno que sólo se cuida y protege a sí mismo, un Gobierno que no tiene nada que ofrecer ni le interesa ya tenerlo.

Y pienso, ¿cómo nos hemos dejado vaciar tanto el alma que ya ni la muerte logra que busquemos una salida definitiva a esta pesadilla? ¿Cómo podemos aceptar con tanta pasividad el dolor de los que amamos y a los cuales vemos sufrir ante nuestros ojos porque no tienen un mínimo calmante? ¿Cómo podemos asumir con tanta serenidad la muerte de nuestros seres queridos mientras esperamos una solución de aquellos que ni pueden ni les importa darla?

Y pienso, ¿cómo podemos enterrar a los que han muerto por la ineficiencia y la incapacidad de un sistema político y seguir apoyando a ese sistema, participando en cuanta marcha y concentración convoca, y aplaudiendo con entusiasmo cada discurso vacío? ¿Cuándo fue que nos convertimos en un pueblo de zombis?

Y pienso, ¿qué más quieren de este pueblo los que nos gobiernan? ¿Es dinero, es la absurda sensación de ejercer poder, es garantizar la vida a una élite de generaciones venideras, es el placer enfermo de asomarse a una ventana y pensar que “todo esto es mío”? ¿Es el ensombrecimiento del alma a un nivel donde ya la humanidad no es posible? ¿Qué más quieren de este pueblo? ¿Por qué ese empeño en hacernos la vida cada vez más miserable? ¿Por qué no acaban de irse para siempre y nos dejan construir una historia distinta?

Y pienso, ¿cómo es posible que esta condena haya durado tanto tiempo? ¿Será que Cuba está destinada realmente a ser un día ese “faro y guía” del que tanto se habla, pero para recordar a sus hijos que nunca más permitan otra dictadura sobre este suelo; para recordar a los pueblos que como quiera que se elija llamar a esto, comunismo, socialismo, izquierda… me da igual, sólo trae represión y miseria; será para dejar de ser un día el eje del mal que ha envenenado el alma de tantos pueblos, de tantos jóvenes, de tantas universidades, y convertirse en luchadora incansable por la libertad y la verdad?

Pienso, pienso, y se me agolpan los pensamientos, mientras a mi alrededor unos luchan por sobrevivir… otros mueren.

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