
Sor Nadieska Almeida, HC
16 de noviembre de 2025
_“A la vida le basta el espacio de una grieta para renacer”_.
(Ernesto Sabato)
Encontrarme con esta frase ha sido un golpe de gracia ante el que no puedo dejar que pase más tiempo para volver a expresar lo que llevo por dentro.
Llevamos sufriendo durante décadas, con un empobrecimiento casi absoluto. El sufrimiento en estos últimos meses cobra una fuerza extrema: el paso del huracán Melissa, las respuestas inadecuadas del gobierno, la insalubridad, el brote de enfermedades, la precariedad en los hospitales, la oscuridad como compañía permanente, los presos y sus injustas condenas, las amenazas a quienes disienten, las presiones que obligan a las personas a que se retracten de sus expresiones…
Posiblemente nada de esto es nuevo, sin embargo, se sigue agravando la vida dentro de esta isla. Y ante esta realidad no es justo que se sigan haciendo promesas, no es justo que en los medios de comunicación se diga que no hay nada que dar a los damnificados, cuando en la realidad conocemos que, por citar un ejemplo, los hoteles están llenos de recursos y vacíos de huéspedes.
¿Cómo puede este gobierno no respetar a su pueblo?
¿Cómo puede este gobierno pretender desviar la mirada con un juicio que ahora mismo NO puede ser el centro de nuestra atención?
¿Cómo puede este gobierno permitir que vivamos entre la basura, comer de ella, habitar entre roedores?
¿Cómo puede este gobierno quedarse indiferente ante la muerte de tantos afectados por un virus que está matando a este pueblo, que no tiene inmunidad para defenderse?
¿Cómo puede este gobierno negar el colapso de los servicios necrológicos, ante la realidad de nuestros fallecidos, el modo en que son trasladados, la manera indignante y dolorosa en que son enterrados?
Nos están apagando la vida, nos están obligando a morir, nos están llevando a prescindir de todo, y es tanto a lo que hemos renunciado que a veces no sabemos ni a qué tenemos derecho. Mi esperanza se enciende cuando veo que aún somos muchos los que seguimos creyendo y situándonos del lado de nuestra gente, defendiendo la vida. Mi esperanza toma fuerzas cuando sé de activistas y de personas sencillas que ponen su granito de arena que, en medio de su lucha diaria por subsistir, están trasladando recursos, animando a la gente, llevando aliento y lo poco que vamos aportando.
Sí, mi esperanza es tan constante como el amanecer, y por ello quiero vivir con consciencia para descubrir cada grieta por donde se abre paso la vida, quiero reconocer que esa grieta puede ser tu gesto solidario, puede ser mi intento de llegar con algo que pueda ser de ayuda, aunque sea poco. Esa grieta es y está siendo la fuerza de los que, desde dentro y desde fuera, nos resistimos a dejar morir a los nuestros. No llegamos a todos, es cierto, sin embargo, llegar a algunos marca la diferencia. Levántate con fuerza, respira, no calles y no dejes a nadie sin tu ayuda, sin tu sonrisa, sin tu apoyo.
No permitamos que se cierren nuestras grietas, mejor aún, hagamos que desde nuestras propias grietas renazcan nuestras fuerzas. Y con toda confianza en Dios, que acompaña nuestro dolor, pidámosle que nos siga dando las fuerzas para afrontar esta situación tan dolorosa, que nos regale una mirada amplia para reconocer las grietas de posibilidad que podemos encontrar en nuestra vida cotidiana, y robustezca nuestro valor para seguir caminando en la defensa de la justicia y en la reivindicación de lo que nos merecemos.
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