“El verdadero fin del Estado es la libertad”.
Baruch Spinoza
“¡Que esta nación renazca a la libertad, gracias a Dios!
Que el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo,
no llegue a desaparecer de esta tierra.
La democracia es el gobierno del pueblo,
por el pueblo y para el pueblo”.
Abraham Lincoln

Baruch Spinoza, hijo de una familia judía sefardita española, nació en Ámsterdam Holanda en 1632, el mismo año en que nacía Juan Locke, a quien se considera el iniciador del liberalismo político.
Spinoza sostuvo que el fin del estado es la libertad. Su gran preocupación fue ¿cómo mantener la libertad del ser humano cuando éste entraba a formar parte del Estado? Afirma que la democracia o gobierno de la mayoría es la forma de gobierno más propia a la libertad. Según escribió, en el estado natural los individuos disfrutan del derecho natural y luego suscriben un pacto común por medio del cual transfieren su derecho natural a favor de la mayoría de la sociedad.
Fue un gran promotor de la libertad de pensamiento y de la tolerancia religiosa. Se le considera un precursor de la república democrática y libre.
Conforme al tono de su época Juan Locke empieza su “Segundo Ensayo sobre el gobierno civil” refiriéndose a un estado de naturaleza en el que los individuos gozan de la libertad natural. Luego los individuos salen del estado de naturaleza por medio de un pacto social con el que fundan la sociedad civil sometiéndose a la voluntad de la mayoría. Pierden la libertad natural para ganar la libertad civil que consiste en el sometimiento a la ley.
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El maestro Jacques Maritain, fue un filósofo personalista francés, que nació en París en 1882. Se le reconoce como un gran intelectual europeo y uno de los más relevantes promotores del tomismo renovado y el personalismo.
Manipular los mecanismos de la democracia para suplantarla y detentar indefinidamente el poder con “elecciones controladas en las que el pueblo vota pero no elije”, es la metodología del socialismo del siglo XXI o castrochavismo. Sin ninguno de los elementos esenciales de la democracia, amañando elecciones que no son “libres y justas” son las “dictaduras electoralistas” de Bolivia, Venezuela y Nicaragua. Ni los pueblos ni la comunidad internacional pueden aceptar nuevamente el fraude institucionalizado.
Cada cierto tiempo a la derecha española le asalta una crisis de identidad que hace aflorar agónicas reflexiones sobre su centrismo. En los primeros años de la Transición, Fraga se sintió despojado del centro sobre el que había teorizado en las postrimerías del franquismo con la vista puesta en el final del régimen. La gran operación política de Adolfo Suárez creando la Unión de Centro Democrático como pivote de la reforma democrática, desplazó a Fraga y a la Alianza Popular que él fundó hacia un espacio de derecha minoritaria que, paradójicamente, sobrevivió a UCD y ofreció la estructura orgánica y el recambio generacional necesario desde el que acometer la refundación del centro derecha bajo las nuevas siglas del Partido Popular. Sobre estas bases, fue José María Aznar el que lideró la integración de todo lo que estaba «a la derecha de la izquierda», culminando con éxito una tarea decisiva que despegó en el congreso de Sevilla, en 1990, precisamente bajo el lema Centrados en la libertad.
primera experiencia de gobierno del PP a partir de 1996, se produjeran grandes conflictos entre política y gestión. Hubo de las dos, y en las dosis necesarias para formular y desarrollar una alternativa al socialismo que encontró apoyo electoral creciente. La crisis de identidad centrista regresa al PP tras la derrota de 2008. Se intentó resolver en el congreso de Valencia en el que Mariano Rajoy hizo una reinterpretación de lo que significaba ser de centro –el centro como voluntad de serlo– pero precedida por la insólita invitación a liberales y conservadores del PP a abandonar el partido y buscar otros aires. Parece que algunos terminaron por hacerle caso.