Oct. 18 (DP.net).─ Asia Noreen Bibi es una más de los incontables casos de persecución religiosa contra Cristianos en muchas partes del mundo. Lo que hace sobresalir este caso sobre muchos otros es que sea la justicia de un país la que condene a muerte a uno de sus ciudadanos por motivos religiosos.
En este caso se trata del Pakistán, donde Asia Bibi ha sido condenada a muerte acusada de blasfemia. Las campañas internacionales han logrado generar presión suficiente para que los tribunales de ese país aplacen la ejecución, acepten procedimientos de apelación y se mantenga así la esperanza de un justo "perdón" a la alegada ofensa. Por eso es tan necesario movilizar a la opinión pública mundial para impedir tan espantosa injusticia y para que este caso no se convierta en un terrible antecedente que abra de par en par las puertas de una cruel persecución religiosa.
Asia Bibi es una joven cristiana, madre de cinco hijos, en un país musulmán donde no sólo las autoridades sino vecinos y compañeros de trabajo suelen acosar y discriminar a los Cristianos. Lo que hace más repugnante este caso es que Pakistán es considerado aliado de las democracias y recibe centenares de millones de dólares en "ayuda" procedente de Estados Unidos, Europa, Australia, etc. Esta cruel condena significa que los contribuyentes democráticos están subsidiando la persecución religiosa en ese país.
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