Odessa, Dec.8 (DPnet).– El 21 de septiembre, un extraño pedazo de restos apareció en las afueras de Sebastopol. Tenía unos cinco metros y medio de largo y el consenso era que era un USV (buque de superficie sin tripulación, esencialmente un barco no tripulado), posiblemente en una misión de reconocimiento, que había sido elaborado por los ingeniosos astilleros de Ucrania.
El 29 de octubre estalló esta realidad en una operación naval. Una flota de barquitos de unos 5 metros de eslora, navegando a unos 75 km/hr y acompañada de una cobertura aérea robótica similar, atacó la base naval de Sebastopol, el puerto base de la flota rusa del Mar Negro. Según los ucranianos, y respaldados por imágenes de video aparentemente tomadas por cámaras a bordo de uno de los drones aéreos, anotaron impactos directos en el Almirante Makarov, el buque insignia de la flota, y otros dos buques, dañando los tres. Eso fue seguido el 18 de noviembre por una gran explosión en una terminal petrolera rusa en Novorossiysk, la cual también se informó que fue obra del mismo tipo de drones navales.
En otro escenario, una explosión nocturna en el puerto de Novorossiysk el 18 de noviembre parece indicar que la ciudad es el último objetivo de la creciente flota de aviones no tripulados cargados de explosivos de la marina ucraniana.
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