Nadie puede negar o siquiera justificar la cruel y sangrienta tiranía del Coronel Muamar el Gadafi desde septiembre de 1969 hasta su salvaje linchamiento el 20 de octubre de 2011, escudándose como pretexto de la crueldad de su prolongado régimen en la implantación de un Estado socialista libio modelado como una "yamahiriya" o "Estado de las masas", estructurado como un sistema que él llamó la "tercera teoría universal" que, según se entresaca de su "Libro Verde" como ley suprema de la nación, era una mezcla de anticapitalismo manifestado en una especie de asambleísmo con valores islámicos y costumbres beduinas. Por eso, el nombre oficial de su país bajo su terrible dictadura fue la "Gran Yamahiriya Árabe Libia Popular Socialista", en el que él era el Caid o "líder" que ostentaba el titulo grandilocuente de "Guía de la Gran Revolución del Primero de Septiembre de la Yamahiriya Árabe Libia Popular y Socialista".
Pese al trágico historial de Gadafi, hay una magna obra fomentada por el tirano de Libia que ha dejado de herencia a la humanidad y que podría ser un patrón ejemplar que imitar por otras naciones invadidas por el desierto de Sahara. Por eso es notable y sorprendente lo poco que se habla de este monumental proyecto que se llamó el "Gran Río Artificial".
Es bien sabido que Libia cuenta con importantes reservas de petróleo, descubiertas y explotadas desde que se encontraron yacimientos en la zona sur del país. Lo que no se ha divulgado es que durante los esfuerzos de prospección encontraron enormes depósitos de agua subterránea y que ya desde la década del 60 se hablaba de un "Proyecto de Gran Río Artificial", el cual no tomó forma hasta que Gadafi tomó el poder y promovió su estudio durante la década del 70.
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