EEUU: La propuesta presupuestaria para 2013 del presidente Obama

Recientemente el presidente Barack Obama presentó el proyecto de presupuesto, correspondiente al año fiscal 2013 que se inicia en octubre próximo en EEUU.  En un año marcado por las elecciones presidenciales de noviembre y por las señales de recuperación progresiva que viene mostrando la economía estadounidense, el plan de gastos e ingresos propuesto ha generado dudas sobre los efectos que podría tener sobre la reactivación económica.  Hay una opinión predominante de que la propuesta constituye básicamente una declaración de intenciones sobre el modelo que el presidente propone a la nación, en contraste al de sus rivales de la oposición republicana, y que como está no prosperará.  Así de simple.

Los dirigentes republicanos ya han denunciado la propuesta presupuestaria como la confirmación de la despreocupación de la Casa Blanca con el peligro que el déficit fiscal representa y la decisión del presidente de seguir gastando por encima de las  posibilidades de la nación.  Mitt Romney, el principal candidato presidencial  republicano, considera que el presupuesto del presidente Obama es un insulto a los contribuyentes estadounidenses.

El presupuesto presentado supone un gasto fiscal de US$3,803 mil millones (23.3% del PIB en contraste con 24.3% en 2012) con un aumento de gastos de infraestructura, educación técnica y la inclusión de gastos de transporte sin fondos mientras recorta los gastos en defensa.  También contempla un aumento de los impuestos para las personas de ingresos mayores a US$250,000 y una tasa especial para las personas de ingresos mayores de un millón para asegurar que paguen un mínimo del 30% de sus ingresos (la llamada regla Buffett).  El total de ingresos alcanzarían US$2,902 mil millones (17.8% del PIB, en contraste con 15.8% en 2012).  Todo ello resultaría para el año fiscal 2013 en un déficit de US$901 mil millones (o 5,5% del PIB en contraste con un déficit de 8,5% del PIB en 2012), que si bien es una reducción, es superior a la promesa realizada por el presidente durante el debate del aumento del techo de la deuda, cuando se comprometió a disminuir a la mitad esta relación antes de finalizar su primer período.

 

Esta combinación de aumentos de algunos gastos, recortes de gastos militares y alzas de impuestos, hace muy probable que la tramitación del presupuesto sea muy complicada, prácticamente imposible en el Congreso.  Los demócratas y los republicanos han presentado diferencias significativas en cuanto a si la solución al elevado déficit fiscal debe ir por el lado de recortar gastos o de aumentar impuestos.

 

Cabe recordar que a mediados del año pasado EEUU estuvo al borde de entrar en "default" de la deuda pública ante el impedimento de que la Casa Blanca y el Congreso llegaran a un acuerdo sobre el aumento del techo de la deuda, lo que motivó un pacto de última hora que aún no tiene una solución definitiva.  Por ello la forma cómo se maneje el tema presupuestario próximamente será indicativo sobre cómo EEUU planea resolver su elevado déficit fiscal.  EEUU ya recibió una fuerte señal de alerta de las agencias calificadoras sobre la gravedad de su déficit, que compromete su solidez financiera y económica, cuando redujeron la calificación de su deuda.

La Administración utiliza algunos falsos ahorros en 2013 para justificar los gastos de transporte sin fondos y para aumentar el empleo y las iniciativas de infraestructura y educación.  La expansión de los gastos reales con falsas compensaciones no debería presupuestarse, particularmente no en la situación del país.

El presupuesto del presidente no toma el paso importante de reducir significativamente la deuda en relación con la economía, en especial cuando la economía se está recuperando, lo cual es imprescindible para dar a las generaciones futuras una economía dinámica y la flexibilidad presupuestaria para responder a cualquier crisis.  El status quo es insostenible.

Así los ahorros de gastos generales están muy por debajo del plan de la Comisión Fiscal Bowles-Simpson - que se estima en alrededor de US$6,600 mil millones hasta el 2021 y $ 7,500 mil millones través de 2022 cuando los ahorros de guerra y las otras medidas de reducción se pusieran en práctica.

El logro de la sostenibilidad fiscal a mediano y largo plazo requiere un planteamiento más ambicioso que combine algunos de los elementos del presupuesto del presidente de aumento de impuestos, aunque no necesariamente como lo propuso, con un mayor ahorro en todos los ámbitos de gastos y con una reforma de las prestaciones sociales diseñado para cambiar fundamentalmente la trayectoria de los gastos de salud y el programa de jubilación.  Sin ellos, el problema fiscal se mantendrá debido al cambio en el envejecimiento poblacional y el aumento de la expectativa de vida.

Existe una opinión prevaleciente, que concuerda con la propuesta por Bowles- Simpson que el aumento de impuestos debe basarse en una reforma tributaria que baje las tasas impositivas a la vez que elimina las exenciones, los descuentos, los tratamientos especiales y los subsidios, lo que ellos llamaron los gastos tributarios.

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