¿Los ingleses invaden de nuevo La Habana?

La Toma de La Habana por los ingleses tuvo lugar durante la Guerra de los Siete Años, que implicó a la gran mayoría de las grandes potencias de la época, afectando a Europa, Norteamérica, América central, la costa occidental de África, India y Filipinas. De hecho, es considerada la primera guerra mundial, desarrollada en varios continentes. Y Cuba formando parte de dicho escenario.

Pues bien, el 14 de agosto de 1762 los ingleses entraron en La Habana y se adueñaban del puerto más importante de las Indias occidentales y su poderoso arsenal militar. Este acontecimiento, dejó al descubierto las debilidades de las defensas españolas en el Caribe, y tuvo lugar como consecuencia del conflicto de los ingleses con la corona española, tras haberse aliado esta última con Francia, enemigo de Inglaterra en la guerra.

En un principio, los ingleses intentaron establecer una especie de colonia llamada «Cumberland» que sirviera de punto de apoyo a una invasión de la isla por el Sur, en lo que actualmente es la provincia de Guantánamo, pero las condiciones fueron muy hostiles tanto por el terreno, como el constante hostigamiento de la población, lo que les llevó a desistir de sus planes.

Tras once meses de ocupación de la ciudad, en julio de 1763, Inglaterra y España acordaron un intercambio de posesiones según el cual, parte de lo que es actualmente Florida pasaba a manos de los ingleses, a cambio de la devolución de La Habana a España. Sin embargo, aquellos once meses fueron más que una ocupación militar y dejaron una impronta que se mantuvo con posterioridad.

Conforme los ingleses fueron implantando sus normas y leyes liberalizadoras del comercio y de la actividad económica, que chocaban completamente con los estancos medievales y restricciones de la metrópoli española, los criollos cubanos, representantes de la clase dirigente, que mantenían fuertes vínculos peninsulares, descubrieron que aquellas normas británicas eran mucho más favorables que las españolas para el futuro económico de Cuba, que ya se vislumbraba en el azúcar y su exportación.

Las ideas liberalizadoras consolidaron su presencia en la clase dirigente de la isla. Nunca volvió a ser como antes. Tras aquella ocupación, corta pero influyente, la colonia empezó a contemplar la existencia de un universo alternativo al impuesto por la metrópoli. Las reclamaciones no hicieron más que ir en aumento. La historia desde entonces, es bien conocida.

Este discurso viene a cuento a propósito de unas declaraciones del actual embajador de Reino Unido en Cuba, Antony Stokes, quien en su perfil de Tweeter explicó las ventajas que tendría para Cuba y sus socios comerciales la anunciada unificación monetaria que en principio debe realizarse en algún momento en la Isla.

Ignoro si el mensaje del embajador británico ha pasado desapercibido para las autoridades comunistas, pero no ha caído en saco roto, a tenor de las réplicas de algunos emprendedores privados cubanos. De pronto es como si la historia se volviera a repetir. El tipo de reacción era previsible. Para España, la toma de La Habana determinó la construcción del Morro, para las clases dominantes, la defensa de la libertad de comercio.

Hoy, más de 250 años después, la historia parece repetirse. Los actores parecen los mismos. El inglés que defiende la unificación monetaria en Cuba como un medio para disminuir los obstáculos que bloquean las inversiones en la isla, sobre todo de Reino Unido; el régimen comunista (el equivalente a la poderosa metrópoli) que calla y permanece atento a los acontecimiento; y los emprendedores cubanos que salen a la palestra, expresión de los sectores más innovadores y productivos de la economía. Uno de ellos, en Twitter, un productor agrícola de Artemisa, preguntó directamente al embajador británico si había alguna posibilidad actual de comerciar con ellos y exportar a Reino Unido.

Me imagino a los sacarócratas de 1762 formulando en las recepciones oficiales a las autoridades de ocupación británicas las mismas preguntas, y no dejo de pensar qne la historia se empeña en dibujar los mismos hechos una y otra vez. De hecho, el diplomático inglés contestó al emprendedor cubano en la red social que el Reino Unido tenía intención de apoyar al Centro de Estudios de la Economía Cubana para realizar un análisis de la producción de alimentos en Cuba, al tiempo que insistía con un nuevo mensaje de tweeter, en la necesidad de poner en marcha las MIPYMES “si se quiere tener en Cuba una transición que beneficie al país y a sus socios comerciales”.

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