La economía cubana en el primer semestre de 2022

El problema que tenemos los economistas con la economía cubana es que cada vez podemos confiar menos en el ministro del ramo. No hace muchos días, el señor Gil dijo en la Asamblea nacional que el PIB de la economía creció en 2021 un 1,3%, por debajo del plan que había sido establecido en un 2%.

Se podrá pensar que la diferencia de 0,7 puntos es poco significativa, pero hay más. Para que la economía cubana alcanzara un crecimiento del 1,3% en su PIB en 2021 era necesario que en el cuarto trimestre del año el crecimiento se hubiera situado en el 8,9%, una tasa bastante improbable de alcanzar si se presta alguna atención a los indicadores de actividad principales (agropecuario, manufactura, construcción, transportes, comercio, etc., todos con cifras negativas).

Ante esta evidencia, el ministro atribuyó el crecimiento al turismo (que sigue estando al 30% del nivel alcanzado en 2019, de modo que no hay recuperación y su impacto sigue siendo limitado) y a las actividades del sector presupuestado que se financian con un gasto público que llega al 20% del PIB que inunda de líquido la economía. Y nos lo tenemos que creer.

Pero es que, no conforme con ello, Gil sostuvo que la economía en el primer trimestre de 2022 creció un 10,9% y por tanto “seguía mostrando señales de recuperación gradual”. ¿Gradual? ¿De qué vamos? No se puede decir que un 10,9% de crecimiento del PIB sea gradual. Seamos sensatos. Aumentos de esa magnitud ya no se observan ni en China. Pero el ministro insistió en que esa era el resultado, convirtiendo por obra y gracia de sus designios, a la economía cubana en un dragón caribeño, lo cual es difícil de creer.

Cuando los analistas de la economía cubana tienen que pelear con estas informaciones que no tienen ni pies ni cabeza, surgen las dudas. Sobre todo, la credibilidad internacional, lo que explica las dificultades del régimen para atraer la inversión extranjera o la financiación. Enredados con estas cifras difíciles de creer, los dirigentes comunistas no se dan cuenta de que apagones, inflación, desabastecimiento, pérdida de valor del peso, huida de cubanos del país, configuran un escenario crítico, terminal, en el que no cabe un 10,9% de crecimiento del PIB ni en los mejores sueños.

La cuestión es que con un PIB creciendo un 1,3% en 2021 y un 10,9% en el primer semestre de 2022, el ministro Gil despacha una de las peores recesiones sufridas por la economía cubana desde el segundo semestre de 2019. Una recesión que ha devuelto el PIB real de la economía a antes de 2017, como si todo lo generado desde ese año hasta la actualidad se hubiera evaporado.

Los comunistas suelen culpar al bloqueo de todos estos males, a lo que añaden la pandemia del COIVID-19, y, más reciente, la inflación y crisis internacional. Siempre la responsabilidad está en otro sitio, cuando es bien conocido que el caos actual de la economía arranca de la aplicación de la llamada tarea ordenamiento, que puso patas arriba la economía cuando apenas empezaba a dejar atrás la fuerte crisis del COVID-19.

Enfocados en este 10,9% del PIB en el primer trimestre de 2022, los dirigentes están convencidos de que este año se podrá logra el objetivo del plan, situado en un 4%. Pero esto no significa que la economía cubana vaya a estar mejor que en 2017, porque como ya se ha señalado, hay que crecer mucho más para recuperar lo perdido en los 5 últimos años. Y lo cierto es que no se observan medidas para lograr este objetivo que sí que es importante, mucho más que un plan que nadie sabe cómo se ha elaborado.

Al parecer, según informó el ministro, las actividades que al cierre del mes de junio reportaron mayores crecimientos fueron las exportaciones, educación (otra vez el sector presupuestado), las actividades de hoteles y restaurantes, la construcción, el transporte, el almacenamiento y las comunicaciones. Si esto es así, no cabe duda de que se están produciendo cambios con respecto al modelo de crecimiento de 2021, pero los indicadores de la realidad no permiten ser tan optimistas.

Las exportaciones siguen concentradas en níquel, azúcar crudo (aunque muy por debajo de la producción planificada), miel, tabaco, ron, los productos biofarmacéuticos y las telecomunicaciones. Los importes obtenidos siguen siendo niveles muy bajos.

El turismo sigue aumentando, pero el dato se sitúa un 60% por debajo de los niveles alcanzados en 2019, el último año calificado como normal. Alcanzar 2,5 millones en 2022 no será fácil, pero otros destinos, como República Dominicana van disparados.

La preocupación del ministro pasa por aumentar divisas para las arcas del estado. Calificó la situación de insuficiente, confirmando que el régimen comunista al no pagar sus deudas (con el Club de París) sigue teniendo cerrado el acceso a la financiación, lo que aumenta la escasez, el déficit de oferta en la red minorista, y en las inversiones de la estructura productiva.

Mientras tanto, las producciones agropecuarias todavía están muy por debajo de la demanda, con precios caros, especulación, reventa, pero a pesar de ese diagnóstico, el ministro dijo apreciar una ligera recuperación en algunos renglones como las viandas, las hortalizas y la leche, aunque reconoció que dicho aumento no tiene el impacto que se pretende en la vida de la población, ni en los precios.

Hubo también momento para referirse al problema más acuciante de los cubanos en este momento, que no es otro que los apagones y la falta de electricidad, atribuibles a las constantes roturas de las termoeléctricas, lo que ha obligado a aumentar la producción de electricidad por medio de diésel, a precios que Cuba no puede acceder en los mercados mundiales y que Venezuela tampoco parece estar cumpliendo. La crisis energética es mucho más compleja y lo más importante es que ya no solo paraliza la actividad productiva, sino que está provocando un gran malestar en la población.

Un dato que llamó la atención, de los ofrecidos por el ministro, fue la distribución de la circulación mercantil minorista, de la cual el 75,7% de las ventas (que incluye prestaciones de servicios) se realizan en pesos cubanos, y el 24,3% en moneda libremente convertible MLC. Casi la cuarta parte de la población tiene acceso a las tiendas que están más surtidas de productos, pero el resto, la amplia mayoría, lo está pasando mal. Las desigualdades hieren y también provocan malestar social.

Por eso, hay desabastecimiento tanto en la red de ventas en pesos cubanos, como en algunos productos que se comercializan en las tiendas en MLC, lo que atribuyó el ministro a problemas de reaprovisionamiento, déficit de divisas, aumento de los fletes, retrasos de las embarcaciones y otras cuestiones logísticas.

También hizo referencia a las 437 empresas estatales que siguen con pérdidas (23% del total) desde el pasado año cuando se implementaron las reformas de la tarea ordenamiento. Apuntó que el salario medio del país es de 4.150 pesos (unos 34 dólares al cambio informal) y que los niveles de productividad del trabajo están en 71.944 pesos (unos 609 dólares), reconociendo las deficiencias en la productividad y el exceso de plantillas que no se ajustan con el nivel de actividad empresarial.

El ministro señaló que, al cierre del primer semestre, había 3.991 mipymes privadas y 51 estatales, así como 55 cooperativas no agropecuarias (CNA) que han generado más de 70.514 nuevos puestos de trabajo, menos del 1,5% del empleo total de la economía.

También hubo tiempo para hablar de la otra gran preocupación de los cubanos: la inflación. Reconoció que en 2021 la tasa interanual fue un 77,3% y afirmó que se están vendiendo productos hasta seis veces por encima de los costos. Atribuyó la inflación a factores como el déficit de oferta, inflación de costos, devaluación de la moneda, pérdida de capacidad de compra de los ingresos, pero no reconoció la responsabilidad directa de la tarea ordenamiento y del régimen.

A la pregunta ¿Qué ha pasado este año?, señaló que, al cierre del mes de junio, la inflación acumulada había sido del 13,4%, tasa inferior si se compara con los primeros seis meses de 2021, que registró una inflación acumulada de 56,17%. Dos tasas que no admiten comparación, por lo que el ministro reconoció que en el índice influyeron el cambio de los precios relativos de la economía y el aumento de los salarios que se implementaron durante el ordenamiento.

También señaló la existencia de sesgos en los datos de inflación, por cuanto se toman precios oficiales, destacando que hay algunos productos que la población no los compra a esos precios, pudiendo presentarse situaciones que alteran los cálculos. El ministro cuestionando a su oficina nacional de estadística públicamente.

Finalmente, el ministro reconoció que el modelo económico cubano es diferente al mundo y que, por ello, no es posible aplicar todo lo que dicen los libros de economía de mercado, pero señaló la necesidad de no permitir los precios abusivos, aunque tengan fundamento en la escasez, e insistió en los controles a nivel territorial y con mayor control popular, ya que las medidas aplicadas hasta ahora para contener la inflación han tenido un alcance limitado, y se requieren acciones más efectivas.

 

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