La gran duda que existe en este momento es si la debilidad de la economía estadounidense en el primer trimestre del año, con una caída del PIB del 1,4% puede acabar provocando una recesión o simplemente una moderación del crecimiento económico. Esta previsión se ve complicada por la aparición de la inflación, que en marzo alcanzó un 8,5% superando todas las previsiones. De forma inmediata, la Fed ha reaccionado poniendo en marcha una política monetaria restrictiva para hacer frente a la inflación, cumpliendo las expectativas de los mercados.
De momento, el Comité de Mercado Abierto de la Fed (FOMC) ha anunciado un aumento de tipos de interés de 50 puntos básicos, el doble de lo habitual, un incremento que no tenía lugar desde los tiempos de Alan Greenspan, en el año 2000, y que deja los tipos de interés en el intervalo del 0,75%-1%.
Además, la Fed ha avisado que en los próximos meses podrían llegar más subidas iguales a las que ha anunciado, confirmando que se hará todo lo posible para no añadir más incertidumbre a una situación que ya lo es. Tras conocerse la decisión de la Fed, el mercado espera que los tipos de interés acaben el año en el entorno del 3%, de modo que el organismo tendrá que repetir al menos tres alzas de tipos similares, antes de 2023, para dejar de actuar bajo la presión del mercado.
Las presiones inflacionistas que han provocado la decisión de la Fed han tenido su origen en la salida de la pandemia del COVID-19, primero, y la invasión rusa de Ucrania después, disparando el precio de la energía y de materias primas, así como la crisis de suministros, a lo que algunos analistas añaden el impacto inverso de las sanciones de Occidente a Rusia por la guerra. Se trata de factores que se encuentran presentes en mayor o menor medida, en todos los países, obligando a los bancos centrales a alinear sus políticas monetarias más restrictivas.
Junto a la subida de los tipos, la Fed ha anunciado su intención de reducir desde el 1 de junio sus tenencias de deuda. Las desinversiones empezarán en 30.000 millones de bonos del tesoro mensuales y en septiembre se duplicarán a 60.000 millones. Además, la deuda hipotecaria comenzará en 17.500 millones mensuales y se duplicará también a partir de septiembre.
La Fed también anuncia que irá frenando la reducción según vaya alcanzando los niveles de reserva adecuados. Este ritmo de reducción logrará que el balance baje 1 billón de dólares al año, si todo va acorde con los planes. La entidad ha llegado a acumular 8,8 billones de dólares en sus cuentas, después de aumentar más de 4 billones desde que comenzó la crisis del COVID-19. La decisión de desprenderse de estos activos podría acentuar las caídas de precios de la renta fija que se vienen produciendo en los últimos meses, sin duda, un mal asunto para los inversores.
La Fed cree que la política monetaria restrictiva no va a provocar una recesión en Estados Unidos este año, sino que confía en un crecimiento sólido este año, por encima del 2%, que viene confirmado por favorables indicadores del mercado laboral, sin que se aprecien signos de la vulnerabilidad de la economía a una recesión. No obstante, si la inflación de precios del consumo se mantiene elevada, puede tener un impacto negativo sobre la economía, arrastrándola a la recesión por sus efectos sobre el consumo y la inversión.
Algunos analistas creen que la Fed será capaz de evitar una recesión económica en Estados Unidos porque combate la inflación con una política monetaria menos dura que en ocasiones anteriores. De hecho, la Fed ha rechazado la posibilidad de subir los tipos 75 puntos básicos de golpe, entendiendo que la senda actual es la correcta. Eso sí, no habrá paradas en el camino de las alzas solo porque la inflación se frene un mes. La Fed quiere asegurar que los tipos alcanzan su nivel neutral a largo plazo antes de considerar el fin de las subidas.
El anuncio de la Fed ha provocado a corto plazo un giro en el rumbo de los principales índices de valores de Estados Unidos, que vivían en una calma tensa a la espera del comunicado de la Fed Federal. Dow Jones, que subía casi un 0,91% antes del anuncio, pasó a superar el 2% de aumento. Lo mismo ha ocurrido con el S&P 500, que superó el 2,2%. Por su parte, el Nasdaq 100 llevaba toda la jornada en rojo, pero se puso a la cabeza de las subidas, con alzas del 2,3%. Pero estos movimientos cambiaron enseguida a la baja.
El cambio de rumbo de la política monetaria en Estados Unidos por la Fed ha sido seguido por los bancos centrales de todo el mundo, con el mismo objetivo de combatir la inflación. Los analistas quieren ver una acción concertada, de modo que el mismo día los tipos subieron en Islandia, más de 100 puntos básicos, o en la India, con un incremento de 40 puntos básicos. También el Banco Central de Brasil, decidía una subida de otros 100 puntos básicos en los tipos de interés, al 12,75%.
Las alzas de tipos se han venido extendiendo por las economías desarrolladas y también por las emergentes, con especial intensidad en América Latina, cuyas economías acusan una elevada inflación.
En Europa, el Banco central de Noruega fue el primero, en septiembre del año pasado, en subir los tipos desde el inicio de la pandemia. Detrás, le siguió el Banco de Inglaterra, con aumentos en diciembre de 2021 y marzo de este año. El Banco de Suecia decidió una primera subida de tipos de 25 puntos básicos. En Europa del Este, las subidas de tipos se han acelerado en Polonia, Hungría, Rumanía y la República Checa a raíz de la guerra en Ucrania. El alza de tipos incluso empieza a asomar en la zona euro, donde el BCE ha terminado por aceptar que la inflación se desborda y con seguridad antes de que termine el año, la facilidad de depósito, ahora en el -0,5%– podría quedar a cero o incluso en positivo, según espera el mercado.
Australia anunció su primera subida de tipos desde 2010 para combatir la inflación y Nueva Zelanda acometió un primer aumento ya el pasado octubre, al que han sucedido otras tres alzas.
Tan solo dos países no se han apuntado al carro de las subidas de tipos: Suiza, Japón y Turquía. El Banco Nacional de Suiza mantiene los tipos por la fortaleza del franco suizo que controla la inflación en el 2%. En Japón, ni siquiera un yen en mínimos de 20 años frente al dólar impulsa al banco central a endurecer su política, sino que aumenta las compras de deuda para frenar el aumento del coste de financiación. El caso de Turquía es significativo manteniendo tipos en el 14% con una inflación del 61%.