La Fundación para los Derechos Humanos en Cuba (FHRC) ha ampliado su proyecto Represores Cubanos para poder dar cabida tanto a las denuncias contras represores académicos, culturales, judiciales, administrativos y otros de “cuello blanco”, como a los “represores de exportación” que hoy asesoran al régimen de Maduro sobre el modo más eficiente de aplastar la rebelión popular en Venezuela.
¿Por qué FHRC ha adoptado esa decisión?
Los represores violentos quiebran cabezas y brazos. Algunos se ganan de ese modo infame que los promuevan a “represores de exportación” en Venezuela.
Los represores de cuello blanco no son menos aborrecibles. Ellos quiebran sueños y vidas. Su mediocridad humana debe ser conocida en medios académicos y culturales internacionales que ignoran sus fechorías y pudieran en alguna ocasión considerar invitarlos a impartir conferencias u optar por becas en el exterior. No se les acusa por su ideología, sino por su condición de represores de ideas ajenas a las suyas.
El frenesí represivo en Cuba se ha intensificado, está ensayando otras modalidades operativas y se extiende a nuevas áreas de la sociedad, más allá de las organizaciones de la oposición.
Ello encaja con la denuncia opositora de que la Seguridad del Estado ha recibido órdenes de acabar con todo vestigio de oposición política para que dentro de 9 meses el general entregue su cargo de Presidente con la isla “pacificada”. La quieren dejar tan pacífica como la intentó poner el capitán general español Valeriano Weyler con su criminal “Reconcentración” de cubanos en 1896.
Las víctimas de la represión violenta nos hacen llegar información de sus victimarios con nombre y apellidos. Se hace ahora necesario identificar no solo a los que golpean y patean a opositores en las calles, sino también dar a conocer los nombres y datos personales de los represores de “cuello blanco”, como es el caso de Andrés Castro Alegría, rector de la Universidad Central "Marta Abreu" de Las Villas.
No menos peligrosos y abyectos son los” represores de exportación” cubanos. Como se ha podido documentar por medio de una grabación, el gobierno de Maduro y sus generales discuten a puertas cerradas y sin dejar detrás documentación que los delate –tal y como hicieron los nazis en la reunión de Wannsee cuando planearon la “solución final”– el modo de masacrar la sublevación popular usando francotiradores contra los manifestantes. Detrás de la planificación de esa inminente masacre están los “represores de exportación” cubanos que asesoran a esas bestias locales.
La alianza Castro–Maduro no quiere cambios. Frente a la sociedad civil que se los reclama responden con más represión. El general Castro está muy nervioso y no quiere que en Cuba haya eco alguno de la heroica lucha de los venezolanos en las calles. Ahora la represión en la isla incluye la confiscación de los medios de trabajo y objetos personales de los opositores, el acoso a los hijos menores de los disidentes, multas astronómicas, golpizas, cárcel, e intimidación.
De la Universidad "Marta Abreu" de Las Villas se ha expulsado en semanas recientes a 15 personas, entre estudiantes y profesores. ¿Su “crimen”? No piensan igual que el general Raúl Castro.
Otra innovación castrista ha sido la creación de un verdadero ejército de “represores judiciales y administrativos”. Estos se dedican a la confiscación de los medios de trabajo y objetos personales de los opositores y emprendedores privados, multas astronómicas a opositores y cuentapropistas, golpizas, cárcel, e intimidación, así como el acoso a los hijos menores de los disidentes.
Mientras Raúl Castro reparte palos y tentetieso, un estudio de la Universidad de Maryland, EE.UU, mostró que la fuga de cerebros de que tanto habla la propaganda castrista no es hacia afuera, sino hacia adentro y provocada por el régimen: miles de profesionales universitarios prefieren trabajar como taxistas, camareros, o botones de hotel para recibir propinas en divisas y poder aliviar la pobreza en sus hogares.
Muy mal anda una nación cuando no es capaz de aprovechar el más preciado recurso que posee: el capital humano. ¿De qué sirvió educar a una población que no puede leer, escribir, ni opinar libremente y a la que la creciente miseria lanza a emigrar dentro y fuera de las fronteras nacionales?
Fundación para los Derechos Humanos en Cuba (FHRC)
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