Erdogan’s Risky China Gamble: Official Turkish delegation to inspect troubled Xinjiang.
Ankara, July 19.– An official Turkish visit to the troubled north-western Chinese province of Xinjiang to assess reports of a brutal crackdown on the region’s Turkic Muslims is politically charged terrain.
On the one hand, it could shape Turkey’s challenge to conservative Gulf states’ leadership of the Islamic world. In particular, Turkish assertiveness on the Uighur matter could complicate Muslim silence about the most frontal assault on their faith in recent history. On the other hand, such assertiveness would greatly complicate Turkey’s relations with China.
El Reino de Bután es un pequeño país (apenas 40.994km² y una población de menos de 800.000 habitantes) situado en la Cordillera del Himalaya, el cual limita al Sur con la India y al Norte con el Tíbet (un país invadido por China en 1959 y colonizado por la fuerza).
Pese a su precaria situación entre dos gigantes, ha logrado mantener su independencia gobernado por una monaquía constitucional desde su capital, Timbu. Esta independencia se logró gradualmente durante el siglo XX desde la elección de un rey por una asamblea compuesta por monjes budistas en 1907, hasta la creación de un Consejo Real Consultivo en 1965, la formación de un gabinete de gobierno en 1968 y la admisión a las Naciones Unidas en 1971.
Aunque la cultura budista ha sido predominante a través de toda su historia, el pacifismo proverbial del budismo no se ha reflejado en la hostilidad desatada contra las minorías cristiana y nepalesa, a las que ha violado y sigue violando abiertamente sus derechos humanos.
La cruda realidad de esta agresividad contra las minorías en su territorio contradice la iniciativa del rey Jigme Singye Wanhuck en 1972, quien propuso entonces a las Naciones Unidas la creación de un índice de Felicidad Nacional Bruta (FNB) para medir la calidad de vida, para reemplazar las mediciones del Producto Interno Bruto (PIB), a fin de no concentrar los análisis del progreso de cada país sólo en factores económicos sino hacerlo bajo una óptica budista que midiera la igualdad en el desarrollo, la preservación de la cultura, la espiritualidad y la conservación del ambiente, como factores que ayudan a la felicidad de un pueblo.
El 22° Congreso de la Organización Demócrata Cristiana de América (ODCA), reunido en la ciudad de San José, Costa Rica, el 30 de mayo de 2019, ante la situación de los Derechos Humanos y libertades en Cuba
RESUELVE
1. La ODCA advierte que, en la nueva Constitución de la República de Cuba aprobada el pasado 24 de febrero de 2019, se han mantenido sin cambios fundamentales los temas relevantes de respeto a los Derechos Humanos y el ejercicio de las libertades civiles y políticas del pueblo cubano. Al mismo tiempo, se ha registrado: un incremento de las acciones represivas oficiales contra miembros de las organizaciones opositoras y de la independiente sociedad civil, así como también un endurecimiento de las medidas impuestas para la movilidad de los disidentes, tanto hacia el interior como hacia el exterior.
2. La ODCA reitera al Gobierno de Cuba su obligación de cumplir los compromisos internacionales en materia de Derechos Humanos, firmados ante la Organización de las Naciones Unidas en febrero de 2008, y realizar los cambios necesarios para que Cuba actúe en conformidad con el Derecho Internacional y se reintegre a la comunidad de países que reconocen la dignidad de la persona humana y los derechos y libertades universales que le son propios a toda persona en todo tiempo y lugar.